La idea de Richard Linklater era la de hacer varios cortometrajes de 10 a 15 minutos de duración, en el trascurso de doce años, donde cada uno representa un año en la vida del niño y su familia, para luego editarlos como un largometraje. Así, el equipo se reunía anualmente para filmar el guion que Linklater tenía preparado, reflejando no solo los cambios físicos, sino también esos cambios complejos e intensos que suponen crecer, esa infancia a la que hace referencia el título. Ya sabéis que los estadounidenses consideran adultos a sus hijos en el momento que cumplen 18 años y van a la universidad, dejan de vivir en casa y ya toman sus propias decisiones, ahí es cuando termina la película. La verdad es que me gustaría saber si Linklater sigue trabajando en el proyecto y, dentro de otros doce años, volverá a regalarnos otro capítulo de la vida de Mason, yo iría a verlo.
Estamos acostumbrados a ver películas donde hay saltos en el tiempo y, o bien, se recurre al maquillaje o directamente es otro actor el que interpreta el papel con otra edad. Eso es lo mágico de esta propuesta, como los actores siempre son los mismos, es fácil reconocerlos y notar el paso del tiempo sin necesidad de rótulos que nos indiquen que ha pasado uno o dos años. Las transiciones son sutiles, sin embargo, el paso del tiempo es palpable, y no solo en Mason y en su hermana Sam, sobre todo al principio es ella la que nos marca las pautas, ya sabéis las chicas se desarrollan antes, porque Mason tiene un par de años que apenas cambia. También es curioso en los adultos, Ethan Hawke que interpreta al padre, parece tener un pacto con el diablo ya que al principio no le vemos envejecer, pero en los últimos capítulos ya se le ve más maduro. En cambio, en Patricia Arquette, que interpreta a la madre, se la ve natural y real, más joven al principio, luego más madura, con algún kilo de más, diría que hasta embarazada (Patricia tuvo su segundo hijo en 2003) y una clara evolución de la moda en los peinados de la última década reflejada en sus estilismos. Me resultó especialmente gracioso, cuando apreció con el mismo corte de pelo que luce en la serie Medium.
Desde la primera escena que vemos a Ellar Coltrane tumbado en el césped, mirando el cielo (la foto del cartel promocional) ya sabemos que ese chico es especial y que vamos a quererlo. Es inocente e imaginativo, fan de Harry Potter, amante de los vídeo juegos y con la cabeza en sus cosas (aunque hace los deberes no se los entrega a la profesora porque ella no se los ha pedido). Le vemos crecer (literalmente), luchar, escuchar consejos, enamorarse, aprender a disparar y tomar sus primeras cervezas. Casi tres horas (165 minutos) que no se hacen largos, la película se siente un poco como Gran hermano, como si espiáramos al vecino a través de la ventana, es un guion y son actores interpretando un papel, pero todo se siente tan real que da pena cuanto toca decirle adiós… haré caso de su amiga Nicole y dejaré que sea el momento el que me atrape a mí.