Linklater tiene ya una extensa carrera a sus espaldas, tanto en la faceta de director como en la de guionista, sus comienzos fueron algo peculiares, dejó la universidad para trabajar en una plataforma petrolífera, su tiempo libre lo dedicaba a leer literatura y a ver obras en el teatro local de Houston, es ahí donde despertó su interés por la dirección cinematográfica y usó el dinero que había ahorrado trabajando en la petrolífera para adquirir un equipo de grabación y edición.
La película es un drama rodado a lo largo de doce años, se inició en el año 2002 y terminó el pasado año 2013. Nos cuenta la vida de una familia durante una década, centrándose principalmente en el personaje de Mason, mostrándonos sus vivencias, encuentros, desencuentros, cambios, amores y desamores, no, no es una serie de televisión, aunque podía serlo, sólo que comprimida en 165 minutos.
La historia está narrada con una sencillez brillante, muy acertada y realista, una historia sobre los ciclos evolutivos de una familia, con sus aciertos y con sus errores, podemos ver como dos niños crecen hasta alcanzar la adolescencia, pasando por todas las fases que les toca vivir, tanto por edad como por circunstancias, la mayoría de veces no provocadas por ellos, alcanzando una madurez consecuencia de los pormenores y coyunturas por las que pasan, paralelamente nos muestra el crecimiento personal de los adultos que les rodean, en este caso los padres que también evolucionan arrastrados por la responsabilidad que conlleva la paternidad.
Linklater ha sido inteligente, repartiendo el peso del protagonismo entre todos los personajes, aunque Mason es el que más presencia tiene, pero en una obra a tan largo plazo, teniendo como cabeza principal a un niño de cinco años, no está de más no pillarte las manos y asegurar el proyecto repartiendo la responsabilidad interpretativa, con todo esto sigue siendo el epicentro de toda esta gesta, si, gesta, porque a pesar de la sencillez de su historia, a pesar de su cotidianeidad, hay detrás toda una proeza y una lucha constante de superación, por parte, principalmente de una madre que tira del carro y logra solventar con acierto todos los baches con los que se encuentra, pero también de los dos menores, que a pesar de vivir momentos que marcarían la vida de cualquier persona por su dramatismo, consiguen superar todas esas situaciones con aplomo, por supuesto que les marca, pero no les condiciona de por vida, incluso el padre, con cierto síndrome de Peter Pan es una válvula de escape para los menores, bien por su desenfado o bien por su manera de entender la vida algo más imprevisible.
El proceso de rodaje ha sido muy expectante, no era para menos, es uno de los mayores atractivos, ver crecer a los dos niños, el deterioro físico de los adultos, todo en modo real, incluso se ha tenido en cuenta resaltar elementos materiales que tienen un proceso evolutivo acelerado, como los televisores, una X Box, juegos, una game boy advance, un mac… Así como otros que son más pasajeros y tienen más relación con las tendencias como unas zapatillas, un tamagotchi… Han sabido mostrar perfectamente los elementos icónicos de cada año, en lo material, porque en las relaciones sociales y familiares poco hemos cambiado.
Una propuesta tan arriesgada como esperada, una historia que resulta mecánicamente perfecta, sin fisuras, bien trazada que fluye con una naturalidad altamente destacable y que no necesita golpes de efecto para mantenernos clavados a la pantalla y quiero subrayar que no debe ser fácil mantener un hilo conductor sin altibajos en esta fórmula de hacer cine, una receta tan real como la vida misma.
Para los que todavía no hayan tenido la oportunidad de conocer la obra de Linklater, desde filmadictos recomendamos su famosa trilogía, compuesta por Antes de amanecer (1995), Antes del atardecer (2004) y Antes del anochecer (2013), tres obras intimistas y románticas que no te puedes perder. Destacar el primer contacto musical, es estupendo, suenan The Hives con su “Hate to say i told you so” todo un himno que no sigue modas, otro punto a favor de Linklater.
Lo mejor:
La naturalidad con la que cuenta una historia y la dificultad que tiene argumentarla sin perder atención con los saltos de tiempo reales que se producen durante el proceso.
Lo peor:
Pese a que las interpretaciones me han parecido buenas, quizás a Mason le ha faltado algo más de chispa, algo de emotividad, no mostrarse tan distante.
Conclusión:
Boyhood es una buena película, que sobresale en el apartado de dirección tanto por la naturalidad con la que es narrada como por la originalidad de su propuesta, todo un reclamo que no defraudada.