No future
por Paula Arantzazu RuizDice el salmantino Gabriel Velázquez que para Ärtico se ha inspirado en el cine quinqui de la postransición española – José Antonio de la Loma, Eloy de la Iglesia- mientras que tampoco es difícil observar los vasos comunicantes que la unen con la hipermelodramática Hermosa juventud, de Jaime Rosales: en todos estos trabajos citados hay una preocupación por el presente errático y sin futuro de los jóvenes, ya sea en la urgencia de los atracos de aquellos chavales de los años 80 o en los tiempos muertos y en los encontronazos de los veinteañeros de hoy en día. Dos propuestas estéticas dispares que señalan dos velocidades y dos maneras de encarar un horizonte baldío: de la prisa y la huida hacia delante a la parálisis total.
Sea como fuere, en Ärtico, Velázquez continúa apostando por los relatos íntimos que ya fraguó en Amateurs (2008) y Iceberg (2011) y ahora nos presenta la vida de Simón, Jota, Debi, Lucía y Alba, cinco jóvenes más o menos marginales/marginados y con distintos anhelos que sobreviven en una pequeña ciudad de provincias. El dispositivo de Velázquez a la hora de narrar su relato es muy singular - nos introduce en la vida de cada uno de ellos a través de cuatro episodios que no obedecen a un tiempo lineal- y está más pendiente de plasmar el hastío que de tensar el melodrama. En Ärtico dominan las panorámicas majestuosas y las elipsis en vez de los diálogos y los subrayados. El resultado es un largometraje poderoso, que no esquiva la actualidad (embarazos no deseados, el paro juvenil, la violencia contra las mujeres, las drogas), pero que antes que documento pretende erigirse como bodegón de la España contemporánea.
A favor: El naturalismo de los personajes, su apuesta por lo real y su apuesta, a la vez, por la puesta en escena pictórica.
En contra: Que no haya atisbo de esperanza para sus protagonistas.