Este viajero compulsivo, violinista sin vocación, que se multiplica cual espora sin control..., ¡perdió los papeles ante tanto turismo psicodélico!
"¿Qué fue lo primero, el huevo o la gallina?"
Lo que está claro es lo que no es en una película que pretende filosofar sobra la incómoda existencia de uno consigo mismo y sus inconstantes personalidades a través de viajes temporales incoherentes y, la búsqueda paupérrima a la solución a dicha pregunta en forma de respuesta magistral, de trascendencia sublime con un "fue el gallo, yo soy el gallo" que debe despertar en tí cavilaciones intuitivas y reflexivas sobre la gran verdad descubierta y ofrecida en bandeja a tu servicio cuando, la verdad, aguantas 45 minutos de cháchara en una conversación poco motivadora-apenas estimulante donde se narra la desgracia y desventuras de una recién nacida abandonada a las puertas de un orfanato y donde "Candy, Candy" se convierte en princesa privilegiada al lado del martirio y acoso que sufre la susodicha heroína, futuro héroe frustrado; una historia insustancial que realiza tantos giros sorpresivos como le apetece, estén justificados o no, vengan al pelo o sean desmadre estrambótico para mantener la atención de un espectador que pierde el interés por tanta nimiedad barata que va de piedra en piedra ancestral sobre el secreto de la vida para contigo mismo y tu posible perversidad interior que, después de abandonar tan soporífero diálogo continúa con la misma causa a través de viajes interespaciales a diferentes tiempos, épocas y variados encuentros con el mismo yo ,ya pesado, que pretende aturdir-impresionar-hacerte meditar-pensar-disfrutar de la supuesta exquisitez del planteamiento pero, se queda en un simple y vacío galimatías sin fondo, con mucho humo y poco material digno con el que contar a parte de que, de siempre, de toda la vida, en todos los relatos fantásticos se evita el contacto con uno mismo por la peligrosidad de evaporación de los cuerpos ante dicho encuentro sino, repasa la inolvidable y querida saga de "Regreso al futuro" con un fantástico Michael J. Fox que se añora y ¡verás!
Michael y Peter Spierig se lo guisan y comen solos en un filme donde su guión fracasa por tanta aspiración poco consistente y una dirección que fácilmente podrían haber dejado en manos de un Ethan Hawke de mayor habilidad en dicha tarea y que, como actor, es lo único atractivo que vale la pena entre tanta rallada mental que ante tanta perspectiva de originalidad y pretenciosa energía de combinación entre un presente vivo-pasado fáctico-futuro posible, cae en saco roto.
"¿Qué harías si pudiera poner delante de ti al hombre que arruinó tu vida?, si te garantizo que saldrías indenme, ¿le matarías?"
Pregunta que evitaron realizar los responsables de este navío sin rumbo previsto ni conocido, unos directores de orquesta cuyo mayor mérito es un inteligente y perspicaz tráiler donde se vende una acción, adrenalina, éxtasis y misterio que ¡vete tu a saber dónde quedó! pues sigo buscando y no encuentro.
Basada en una corta historia de Robert Heinlein hay poco mas que decir que, visto lo visto, estamos ante un personaje quemado desde el minuto uno, un infanticidio surrealista de primera parte lenta, sosa y escasa, de anécdota esquizofrénica que ya utilizó Almodovar con Banderas con más suspense y enigma efectivo y, una segunda parte que pretende despertarte de tu somnolencia pero que no deja de ser un artificio de confección dudosa cuyas esperanzas e ilusiones de satisfacción van y vienen al igual que el absurdo cacao hermafrodita montado.
Como entretenimiento es frágil, leve y agotador en su misma confusión pues es un galimatías de altivez mística donde, el hecho de que te seduzca, motive y atraiga es a título personal pues, este anónimo desconocido sin ataduras emocionales ni personales reclutado por organización secreta para evitar atentados y salvar vidas gusta poco, convence menos..."¡un poco trellat!, vamos" -sin sentido- al que le han concedido ¡un notable de media!..., sigo buscando pero no encuentro..., ¿será mi predestination?