Un día con Nick Cave
por Quim Casas20.000 días en la Tierra no es un documental sobre Nick Cave, aunque se parece a un documental sobre Nick Cave. No es tampoco un rockumental al uso, aunque incluye secuencias de actuaciones en directo y grabaciones en estudio. El excelente filme de Iain Forsyth y Jane Pollard, uno de esos títulos de relumbrón festivalero (ha estado en Berlín, Sundance y San Sebastián, y se proyecta también en el In-Edit), es más una película con Cave que una película sobre Cave, algo que parece sencillo de lograr pero que no lo es tanto: se corre el peligro de acabar siendo una suerte de ego-trip (Cave es coguionista junto a la pareja de realizadores) con el músico “retratado” como centro de todas las cosas, pero directores y personaje sortean bien el escollo.
El autor de Your Funeral… My Trial, otro de los animales escénicos, desde sus lejanos tiempos al frente de The Birthday Party, que ha dado la cultura del rock’n’roll, sabe mesurarse, auto-reafirmarse, cuestionarse, valorarse a sí mismo en la justa medida, contar lo necesario para resultar interesante sin ser enigmático, escarbar en sus recuerdos (en la excelente secuencia en que muestra fotografías de distintos periodos de su existencia) y, en algunos y certeros momentos, despojarse de su faceta de rock star (que lo es, aunque sea indie) y desnudarse conscientemente ante una cámara tan entregada como al mismo tiempo reveladora.
Se nota la mano de Forsyth y Pollard con músicos de considerable personalidad, ya que habían trabajado antes con David Bowie, Jason Spaceman y Scott Walker en documentales, instalaciones y experimentos audiovisuales. El desafío es grande y el resultado muy atractivo. La película viene a ser un compendio de instantes capturados durante un día en la vida de Cave, en su casa de Brighton –el precioso plano final, con la cámara alejándose de noche del malecón de la ciudad inglesa, traduce en imágenes lo que el músico ha encontrado en ese nuevo lugar en el que vivir tras su existencia más o menos errante por Australia, Brasil o Berlín–, en el estudio donde escribe, durante la grabación de algunas canciones con sus actuales Bad Seeds, tocando en directo, reflexionando sobre el arte de crear, caminando al alba o regresando al anochecer.
Capturado en un momento pleno de su carrera, con la serenidad que transpiran todas las canciones del álbum Push The Sky Away, el Cave de 20.000 días en la Tierra (ese es el tiempo de su existencia desde que nació, en septiembre de 1957, hasta que fue filmado para esta película) interpreta en la intimidad del estudio la magnífica “Push The Sky Away” y ofrece un par de catarsis en directo con “Higgs Boson Blues” y la versión completa (con orquesta y coro infantil) de “Jubilee Street”. Son dos momentos brillantes, intensos, emotivos, lo que sin duda espera el espectador de un documental con/sobre Cave, pero la propuesta seduce aún más por su estructuración y acercamiento a un personaje tan consciente de su grandeza como de sus contradicciones.
A favor: La manera de sortear el documental al uso sobre estrella del rock.
En contra: Nada, que dure solo noventa y cinco minutos.