Viaje found footage al fondo del pulp terrorífico
por Suso AiraSi buena parte de la mejor literatura de horror clásica se construyó según el modelo (y la moda) del relato epistolar, parece que hoy, en el cine de terror que quién sabe si devendrá clásico en unos años, la plantilla es la del found footage. Los ejemplos son infinitos, y muchas veces no son de los que pasarán a la historia, pero sí que resulta muy curioso cómo ese esquema (en apariencia rígido) ha servido de base a una reinterpretación más clásica de lo que parece de temas universales en el género. Que la urgencia cuasi documental que esgrimen estas narraciones se vea como una innovadora parábola verité del aquí y ahora (aquí y ahora terrorífico) me provoca una amplia sonrisa: todo es tan verdad y novedoso como en los diarios personales de los protagonistas de relatos de Poe o Lovecraft, o como en los informes que Bram Stoker intercalaba en sus ficciones.
Sirva todo este preámbulo para certificar que Así en la tierra como en el infierno es una clásica historia subterránea lovecraftiana, una descatalogada aventura (por supuesto que nuevamente parisina) del Gordon Pym de Edgar Allan Poe. Las hemos visto mejores y peores, pero a quien esto escribe le causó simpatía su ambientación en las catacumbas de la capital francesa. ¿La razón? Que me recordó a una de aquellas historietas publicadas en la revista Creepy, concretamente una dibujada por Ralph Reese. Y en el fondo, más allá de cierta idiota trascendencia psicoanalítica en la que cae a veces, esto no deja de ser un entretenido exploit de The Descent y Session 9 con Los Goonies de referente malvado oculto.
A favor: es imposible tomársela en serio, y la peli lo sabe.
En contra: el rollo psicológico a lo bruja de Blair no se aguanta.