¿Subirá el precio salvar a la galaxia por segunda vez?
El capítulo inaugural de la banda de mercenarios galácticos más irreverentes del cine marvelita fue un gigantesco punto y aparte en el camino predispuesto para las cintas de Marvel. “Guardians of the Galaxy” fue una de las mejores propuestas—completamente fortuita—en el 2014, una desenfada cinta de ciencia ficción que se divorciaba por completo del hilo argumental que tenía, por requisito, que seguir cual película se estrenase con respecto al súper ansiado desenlace final llamado “Infinity War”. Su desproporcional éxito se debió principalmente a unos inexorables asideros tales como las diferentes e insólitas—en ese entonces —especies de humor presentes en los personajes, visuales tan artificiales como extraordinarios o un soundtrack cimentado en el walkman ochentero del protagonista, estos mismos desarrollados con soltura sobre el trio de verdaderas bases: historia (guion), actores (interpretaciones) y director (decisiones). De todo ese colorido y desternillante mix proviene la esperada “Vol. 2”, la cual se mantiene estable en relación con la primera y satisface con certeza la enorme expectación que estaba sobre los hombros de los guardianes, quienes no solo salvaran a personajes cósmicos, también a un par de individuos terrestres.
Si en la primera cinta los desbordes creativos de su escritor parecían excéntricos en virtud de la composición de tonos y géneros aparentemente nada correlativos, en esta, James Gunn está plenamente desatado de cualquier impedimento en una historia de planetas vivientes, híbridos entre deidades y humanos y alusiones a Mary Poppins. El director preserva su característica llama innovando y relacionando remozas fórmulas incluso en la apertura de la obra, ya que ulterior al asombroso prologo ochentero, la secuencia inicial ratifica un tono cósmico y cómico cuasi homologo al de su antecesora, orquestado por el multifuncional Gunn, hombre que conoce a la perfección cómo manejar las herramientas a su disposición. Luego de la introducción que nos pone en ambiente, la trama se desliza, a diferencia de la anterior, en ahondar en los traumas o incognitas no respondidas anteriormente, entre las cuales se halla el principal leitmotiv del largometraje: hallar el linaje de Peter Quill, esto mientras cada uno de los personajes recibe un tratamiento meritorio de su pasado en forma de diadas, teniendo a sus espaldas tanto a un ejército de naves intergalácticas como a un padre con fines malvados, consiguiendo un nivel emocional y de tensión acorde a sus destellantes riesgos visuales.
Aquí, la triada de elementos que resultaban tan originales y refrescantes en la primera entrega se fortalecen, adquiriendo el mismo corazón con una similar envoltura, es realmente una continuación, no un clon. El pilar más importante es la historia, el argumento alrededor del cual todo el largometraje tendrá que significarse. Antes, se trataba de erigir a una disfuncional familia, ahora, es sobre ser una disfuncional familia. Teniendo ya ensamblado la estructura general, su escritor, quien también es director, opta por explorar y aclarar el pasado de sus fichas, ya que gracias a su resplandeciente introducción era conducible un amplio y divertido ahondamiento de sus raíces. Además, se aplica dicha investigación a la introducción de nuevos guardianes: Mantis, Yondu y Nebula, quienes llegan para transformar al quinteto en un octeto de desenfrenada diversión, encontrando en ellos un halito refrescante a la irreverencia de las estrellas centrales. Asimismo, dentro de ese mar de fabulosas incorporaciones, los guionistas nos insinúan y fortalecen lo que hace ya un tiempo nos han venido anunciando: Independiente a las apariciones en Infinity War o cintas venideras, la historia—como grupo—de los guardianes tendrá tres entregas, nada más, nada menos; no obstante, su director ha insinuado que aunque el cierre oficial del ciclo de Stard-Lord y su manada finaliza con la ansiada entrega tres, podríamos ver más cintas, en un futuro lejano, de los guardianes, pero… ¿De cuáles? Pues con grandes dosis de factibilidad se pueden estar refiriendo a los antecesores de Gamora y Groot, los antiguos guardianes quienes, a modo de cameo, realizan su primera y brevísima aparición dentro del universo, un nuevo equipo liderado por el maestro Sylvester Stallone, de quien se ha hablado tendrá gran protagonismo en el desarrollo de la fase 3 de Marvel Studios, sin embargo, ¿Estaría Marvel dispuesta a cambiar el desenfrenado tono de los guardianes, el cual sirvió de faro en años pasados para el ambiente de sus cintas, por uno mucho más serio de los guardianes de antes? Poco factible y seguramente lucrativo.
Marvel se juega una carta hasta ahora no lanzada sobre su registro fílmico, un envite que sumó y restó al unísono, un lance narrativo denominado Ego, El Planeta Viviente. Con la despampanante interpretación de Kurt Russell, este mortal-planeta viviente no solo les roba el protagonismo a los nuevos personajes, sino también apanda, a leguas, el rol antagónico perteneciente a Ayesha. Elizabeth Debicki es desperdiciada dentro de este remolino de rostros recién llegados; su vil y déspota actitud, además de tener una ínfima duración en pantalla, no consigue el impacto que debería. Así entonces, el lio radica en que ella era la villana principal, no un personaje de apoyo, sus motivaciones de venganza contra los guardianes son llevadas al extremo y pese a su excelente actuación en el interior del cromo dorado y de los extravagantes atuendos de oro, su villana carece de tacto y efecto. No obstante, se pone en manifiesto la cautela que Marvel está empezando a poner sobre sus villanos, su punto débil en la mayoría de entregas precedentes, en las cuales, el héroe brillaba por la ausencia de una verdadera malignidad.
Ocurre con pocas cintas y “Guardians of the Galaxy” se encuentra en esa infrecuente pero agradecida sección. Aunque la atención del ser humano siempre prioriza lo visual (“ver para creer”), la cinta de James Gunn, así como su predecesora, presenta un nostálgico y fascinante compendio musical de finales de los setenta/comienzos de los ochenta, hits que armonizan las imágenes con respecto a las presenciadas dentro de ese universo. Mientras Mr. Blue Sky proporciona la mejor y más monumental apertura para una cinta de Marvel con “Electric Light Orchestra”, “The Chain” de Fleetwood Mac orquesta una de las memorables secuencias que la fase 3 del MCU ha podido concebir. A este mix de antaño podemos agregarle canciones que dan justo en el blanco en las escenas dramáticas, las cuales, también imparten tendencia. Es posible evidenciar la importancia y el impacto que puede albergar la melodía en el cine, y aquí, el equipo conoce su potencial y le dan el trato acertado a tal herramienta emocional. Eso ocurre con pocas cintas.
¿Un abre bocas? Mira el teaser tráiler. ¿Otro adicional? Mira el tráiler oficial. Pero, por si aún te invaden las dudas ¿Otro más? Deléitate con la secuencia de apertura. Las imágenes son dulces y empalagosas como una visita a un establecimiento de golosinas, imperantes y vigorosas como el gusto culpable de entrar en la tienda. La gama de colores es fenomenal, y su aplicación multiplica esa sensación, además, la manera de ordenar los componentes en la escena cumplen su función a cabalidad, es hermoso, colorido; una sintonía vis a vis con cada personaje. Sin embargo, episódicamente pecan con el célebre “más es menos”, si bien el Planeta de Ego es paradisiaco, la pantalla es atestada de pigmentos y artilugios mareantes para el espectador, deslustrando la beldad de la fotografía, del primerizo en el mundo de superhéroes Henry Braham. Cabe resaltar la destacable tarea en la sala de edición, quienes, en adición a vivificar las escenas, generan proyecciones IMAX y 3D alucinantes, te quedas textualmente mudo. También, es meritorio aplaudir la duración exacta del largometraje, esas dos horas y dieciocho minutos no se sienten malrotadas ni inutilizadas en lo absoluto.
Y Gunn continua inscribiendo normas para los próximos realizadores de cintas de superhéroes. El realizador concluye su largometraje, su obra, su hija, su amada de manera íntima y melancólica, produciendo un aliento de esperanza y aflicción a la par, algo que a simple vista no encaja en la atmosfera de la historia, pero que luego de seguir los disparates de nuestros guardianes por dos horas se siente fenomenalmente efectivo. Una sonrisa y un adiós duelen más que cientos de golpes y eso Gunn ha demostrado (también) saber manejarlo. Él es un director peculiar, que tiene pros y contras como cualquier otro—pero más pros—: la preferencia por la música, el diseño de sus personajes, la importancia de la comedia y el drama, la prolijidad impuesta sobre las imágenes y una que otra locura que se le pase por la cabeza. Parece que Marvel seguirá estando al servicio de las exigencias e ideas de este talentoso hombre y su escuadrón de personajes, demostrando en esta entrega más de todo, duplicando todo lo que nos gustó de la primera entrega, pero dándole a la vez personalidad propia a una cinta tan divertida como lacrimógena.