"Barry Seal: El Traficante", es una cinta basada en hechos reales. En la década de los años 80s, después de haber trabajado como piloto de la TWA ( Trans World Airlines), la mayor aerolínea estadounidense, Barry Seal se convierte en narcotraficante del Cartel de Medellín, al lado de Pablo Escobar y Carlos Lehder. Más adelante es reclutado por la CIA como mercenario para realizar labores de inteligencia para ellos. Además se convierte en un informante de la DEA, debido a sus conocimientos en la materia. Cuenta de una manera correcta la vida del hombre que engaño a todos, sus influencias en el narcotrafico, con la CIA, la DEA y la casa blanca, incluso esta película se rodó en Medellin, lo cuál es un grandísimo acierto ya que casi toda la trama tiene lugar en Colombia y tambien en varios países de América, Guatemala, etc.
El film cuenta con buen ritmo, nunca aburre y te metes en la trama hasta el final, la ambientación está genial y la recreación de los años ochenta es estupenda, las escenas con la avioneta son geniales y el final es tremendo. Doug Liman imprime ritmo trepidante gracias a una de sus marcas habituales como es una labor de edición arrolladora, con cambios constantes de escenarios, con persistentes elipsis, confrontando con personajes iconos de nuestra cultura popular ochentera, con inclusión de imágenes de archivo para reforzar la sensación verité, donde la información nos llega en torrente, sin apenas tiempo para procesarla, quizás con la intención de no verle las enormes costuras que se deshilachan por su nula hondura, esto deriva en falta de intensidad, pero potencia su humor, hace que llegue a una mayor gama de público, en detrimento de entrar con bisturí en la verdadera personalidad de este controvertido protagonista. Ello con un enfoque ambiguo sobre el Sueño Americano a través del delito, enmascarado de patriotismo.
Una superficial sátira sobre unos convulsos tiempos donde la era Reagan mezcló en un totum revolutum inquietante, guerra contra las drogas, tráfico ilegal internacional de armas orquestado por la CIA. Una radiografía demasiado trivial de una era y un entorno geosocial emponzoñado de intereses tóxicos, la historia oculta de una nación que predicaba con algo que en la trastienda pervertía, siendo epítome de estas maquinaciones el personaje encarnado por Donhnall Gleason del burócrata de la CIA que trabaja en un cubículo, y que desde allí pergeña estrafalarios planes en las cloacas de los estados. En una urbanización, todo lineal, sin apenas sobresaltos en su devenir, un esbozo sarcástico, narrado con nervio, pero sin entrar en la complejidad que se haya tras lo narrado.
Las actuaciones son notables, Tom Cruise que no es santo de mi devoción, siempre ha sido un actor que no me transmitido, exceptuando alguna que otra película. Aquí tengo que decir que me ha sorprendido, carga con todo el peso de la trama e interpreta un personaje que le queda como anillo al dedo, se nota que se siente bastante cómodo. El resto de reparto cabe decir que están correctos, aunque tengo una gran queja con respecto a los actores que interpretan a Pablo Escobar y a Carlos Lehder, sobretodo con el de Escobar, Mauricio Mejía, un actor de la tierra (Colombia) al cual, y en mi opinión, le queda muy grande el personaje de Pablo Escobar.
En definitiva, me he encontrado con una agradable sorpresa. Una película muy bien rodada, con una historia interesante y bien contada, acompañada por un actor principal que está muy bien y que dura lo justo para mantener un gran ritmo durante todo el metraje. El trabajo de dirección se complementa con un magnífico guión, para dar como resultado una cinta bastante entretenida e ilustrativa, puesto que a pesar de exponer situaciones graves como el intervencionismo y el narcotráfico, la historia se trabajó de forma que el mensaje pudiera transmitirse de forma ligera, aminorando la carga con elementos cómicos muy atinados y sobre todo planteando los hechos de forma imparcial para que sea el público quien tenga la última palabra al realizar sus juicios acerca de la vida del polémico piloto.