Sin indulgencia para esa inesperada segunda condena.
Es cruel, triste y desesperada, al tiempo que sensible, emotiva y devastadora a cada paso y acción que narra; dos condenas consecutivas se sufre en vida, la física del partido/la sentimental de un amargo olvido que no perdona y sigue castigando, con una despiadada inhumanidad que congela el alma y parte en trozos a un desconsolado corazón aturdido, dolido y convaleciente por la atrocidad emocional que transmite este desgarrador relato que con lentitud, finura, espacio y delicadeza expone la implacable barbarie de estar toda la vida esperando a alguien que ya se encuentra a tu lado.
Porque no es en el muelle de San Blas, como en su día cantó Maná, donde eternamente le espera, donde con constancia ininterrumpida acude a recibirle, sino en la esperanzadora estación de tren, cada cinco de mes, es donde esta incansable y enamorada esposa espera abrazar a su amado esposo; un incesante martirio, de devoción sin descanso, que permanecerá eterno, inmóvil e inalcanzable en una destrozada memoria que recuerda al son de golpes imprevistos, que fugazmente desaparecen, para volver a su coronado y reinante vacío.
La cercana e intimista, suave y profunda interpretación de tan exquisitos personajes no hace sino afianzar una sentida historia de ternura, horror, amargura, reproche y enorme amor congelado, en esa maldita parada sin salida que destroza y perfora una conformada esencia, que observa como el maltrato corporal sufrido nada tienen que comparar a este horrible y desmedido sangrado de una inmensa herida, que no se puede parar ni taponar, mucho menos curar.
Que impacta y sobrecoge es decir poco para la cantidad de inquietudes e impresiones que genera; una desolada mirada de sutileza pura, de considerado mimo y cuidado extremo para con sus azotadas personas; porque aquí la tortura es impresionante, repartida a partes iguales y sin límite ni consuelo en el tiempo.
Hermosa y horrible, fiera y afectiva, cariñosa y despiadada, tu observación se hipnotiza con voluntad otorgada a esa cumplida atención, que acompaña con interés y padecimiento a esta aniquilada familia que intenta recomponer un mínimo de cariño y perdón, de consuelo y esperanza por tener una vida juntos, da igual las apremiantes condiciones.
Épica cinta que toma como base las despreciables consecuencias de la política de Mao y su revolución cultural en gente corriente, que hará lo necesario por sobrevivir y adaptarse, héroes anónimos vapuleados sin miramientos y con atropellada ferocidad que recogen las restadas migas de un nefasto azote, que mata a la persona en su interior más optimista; desdeñar una ilusión que, cuando por fin toma realidad actual, resulta ser una estática ensoñación que por siempre permanecerá invariable y con la misma pesadumbre y exasperación, la de no poder besar nunca a quien está cogiéndote la mano, pues se espera que regresa algún día de esa pasado que nunca se volverá palpable presente.
Agónica, perturbable, amistosa y entrañable, se centra en el recuerdo catastrófico que dejan las aniquiladas decisiones impuestas por otros; se consume con cuidado, con fervorosa implicación y con esa fidelidad de estar sintiendo, cada una de sus frustraciones con dolor intimo y con la conmoción psíquica de una mente entregada a esta humana y agridulce novela de Yan Geling, rodada con pulcritud y agradecida deferencia por Zhang Yimou al eterno mundo del celuloide, donde permanecerá perpetua e imperecedera por siempre, como la rota razón de una protagonista que rememora, al compás que ignora y vuelve a invocar otra fecha.
“..., sola en el olvido, sola con su espíritu, sola con su amor...”aunque nunca llegue a percibirlo pues, este fulgurante regreso al hogar es complicado, frío y perturbable ya que, sólo estarás en él como invitado confundido de identidad falsa.
Perder a una madre para recuperar a un padre; “Coming home”, bienvenido de vuelta a casa, a lo que queda de ella tras veinte años fuera.
Lo mejor; la novela en que se basa su guión y una actriz protagonista espléndida.
Lo peor; que asemejes su sensibilidad a la búsqueda de la lágrima fácil.
Nota 7