Dolor, hay tanto dolor que estremece, profundo e incisivo dolor que causa estragos, donde parece definitiva la sentencia "esto no tiene cura", o puede que sí pero a costa de repartir tu sufrimiento y pena por dosis, venganza en capsulas, sin fecha de caducación, que permite infringir esa martirizante pena, asfixiante rabia y suplicio de tortura a cuestas a cada uno de los responsables de tan abominable acto, sólida fuerza para levantarse cuando nadie ni nada te devuelve el aire, cuando el oxígeno es límitado y entrecortado, donde vives para un único deseo, llegar al infierno y encontrarte con el mismísimo demonio pues no será peor calvario que el que arrastra tu moribundo cuerpo, cuya alma aniquilada y desahuciada se perdió ante tanto mal, desconsuelo y horror indigesto.
"Se puede mirar atrás de vez en cuando pero no siempre, no tenemos ojos en la espalda", aunque ¡qué difícil es no hacerlo! cuando vives enterrada en él, cuando respiras en su tiempo, cuando padeces su incesante recuerdo, desconsuelo eterno que sólo halla alivio en el posible desquite, vendetta perfecta, aprendida de memoria, para repartir la maldad perversa que tu aliento, tus poros, cada centímetro de tu cuerpo respira como medicina para soportar el presente, que no construir un mañana, pues desprecias ese futuro que ha arrebatado toda posibilidad a tu niña, querida y hermosa.
Porque la alternativa es aislarse, quedarse callada, esconderse en el armario y soportar una falleciente carga que nunca desaparece, porque "todavía no se si me has adoptado o dejado que te adopte", porque sólo quiero una llamada diciendo mi nombre entre interrogantes, porque soy feliz si me echas en falta, porque si no mueres, tarde o temprano vuelves a sonríer, a anhelar, a querer, a la vida, proceso evolutivo de un ácido y corrosivo argumento, sentido en todo su horror y pesadumbre, historia espinosa, ardua, incómoda y desgarradora que te rompe y destroza por dentro al tiempo que acompañas a cada uno de los personajes por su periplo según papel asignado, de diablo con cara de ángel inocente o destrozado ser que malvive estando catatónico, ausente y muerto, que subisiste devorado y desvastado, respirando que no viviendo.
Emotiva, dura, eclipsa tu mente, castiga tus sentidos, duelen sus sentimientos, hieren sus verdades, humillación y desesperanza que hallan cobijo en un buen hombre, comodín al alcance que lo da todo sin recibir nada a cambio, te atrapa, alcanza tu esencia, se hace amargamente contigo y no te suelta durante todo su recorrido, afligido relato de sentidas interpretaciones y meditado guión que plasma con exquisitez las diversas emociones vertidas, sensaciones diversas, fantásticamente conjuntadas y desarrolladas para una narración intensa, brava que hace cumbre y no desciende de su lograda cima.
Lágrimas que apenas brotan, contenidas en ese mar de hielo que permite andar hacia tu objetivo, dormir con lo hecho, a cada cual lo suyo, ojo por ojo/diente por diente, la ley de Talión, codigo de Hammurabia, tatuada soledad anímica que no permite tregua ni descanso, rechazo del perdón, no quiero bálsamo que permita mejoría, silencioso grito que requiere ayuda urgente nunca solicitada, que prende, exaspera y se contagia.
Imposible no pensar en el bien y en el mal, lo correcto e incorrecto, en qué harías tú, posible postura errónea, comprensible o descabellada, da igual, tu pensamiento ha sido capturado, tu entidad conmovida, grato cautiverio voluntario para un "tiempo sin aire" que asfixia, aprisiona y desfallece, que envenena pero no mata, aunque duele, deja huella y duele, ¡cómo duele!, duele hasta estremecer.
Limpia, sanea a su manera, imparte justicia según demanda de su conciencia, equilibrio que permite avanzar a la protagonista y a ti, disfrutar y sufrir con ella, completado ritual para una noche completa de cine implicado y cómplice.