"La Habitación" es un brillante y conmovedor drama, dirigido por Lenny Abrahamson, basada en la novela homónima Room (2010) de Emma Donoghue, y protagonizada por Brie Larson y Jacob Tremblay. El film, nos habla de la relación de una madre y un hijo, de sus penurias y sus alegrías, de sus sensaciones y pasiones. Pero todo en el entorno de una habitación, en la oscuridad y claustrofobia de cuatro paredes con sólo una pequeña claraboya en el techo. Esta habitación es "todo" el mundo que conoce el niño. Esta habitación es la cárcel de esa madre encerrada, secuestrada allí durante los últimos años, precisamente el tiempo de vida de su hijo. Es una delicia de película, es como hacer de un guión una experiencia cinematográfica de gran calado. es una cinta angustiosa, pero lo es tanto entre las cuatro paredes como fuera de las mismas. Es agobiante en ambos ambientes, desesperante en muchas escenas que te gustaría parar y no vivir. La historia es contada desde el punto de vista de Jack, que no comprende lo que ocurre, su inocencia es dolorosamente conmovedora. Relata hechos tan crudos como tener que introducirse en un armario cuando "El viejo Nick", como llaman al captor, viene cada noche a violar a su madre. Sus reflexiones infantiles sobre la vida resultan desgarradoramente reales.
Jack es alegre, valiente, saludable y enérgico, gracias a su madre. Es él quien la mantiene con vida y alimenta su esperanza, ella sumida en una lógica y creciente angustia, quien día a día, entre actividades rutinarias e historias fantásticas, intenta darle un soplo de alegría a la vida de Jack, el que, aunque desconoce las razones de su aislamiento, poco le importan ya que también desconoce la vida real que hay al otro lado de la puerta. Joy aprendió a ser madre durante el encierro, por lo que tampoco entiende su rol desde la psicología, sí desde la pasión y la desesperación. Esto la convierte en una madre imperfecta que también cae en desesperos y momentos de poca lucidez, lo que nos saca del confort como espectador, en una absoluta genialidad por parte de la actriz y el trabajado guión, que dibujan a una madre que vive en una dicotomía constante entre el control y la locura. La química entre ambos actores conmueve gracias a Jacob y al inconmensurable trabajo de Brie Larson, con un personaje cargado de dolor pero contenido ante la inocencia de su hijo. Una interpretación desbordante que detona en la segunda mitad del film, donde tenemos una nueva historia sobre adaptación, relaciones y redescubrimientos personales.
Sin embargo, hay que hablar de este filme, de acuerdo a dos partes muy bien marcadas. La primera es un derroche de creatividad encerrada en una habitación de mínimas proporciones. La cámara juega con el niño y muestra una historia trágica como un parque de juegos, de acuerdo a su mente. Siempre buscando ángulos y momentos oportunos para alimentar la trama, es capaz de rodear sensaciones al borde del sufrimiento y transformarlas en algo atractivo de contar. La segunda parte viene de un mini clímax con bastante emoción, dando paso a un esfuerzo por desenvolver los conflictos psicológicos que atraviesan los involucrados. La cinta se logra mantener por actuaciones de mucha profesionalidad, diálogos bien empleados y una edición más que acertada. La música además resulta un acento especial en momentos claves y de transición. El guión fue adaptado por Emma Donoghue, la misma autora del libro, y que consigue con cada frase transmitir la dureza de la situación, logrando captar el espíritu de la historia en una excelente labor. Realidad y ficción de un mundo compiten frente a la visión infantil y adulta de una catástrofe. Además se pone en tela de juicio el papel del progenitor; aquel que es padre biológico o padre por encargo y voluntad. Todo esto moldeado por la mente de un director cuyo trabajo sabe hacer y ejecutar.
Las actuaciones son sublimes, un elenco de actores, madre mía qué actores... Brie Larson haciendo de madre coraje extraordinaria, papel que le sirvió para quedarse con el Oscar a Mejor Actriz. Jacob Tremblay como Jack es una de las más fabulosas actuaciones infantiles que recuerdo en la historia del cine. Además teniendo en cuenta la tenebrosa y oscura temática de la película, imposible de ser entendida por un niño de esa edad, hace que la dirección de Jack, buscando que muestre toda la catarata de emociones que nos ofrece sea un trabajo digno de admirar, ya que habrán tenido que logras esas reacciones buscando estímulos indirectos, que en el montaje final están perfectamente integrados en la trama. Jack es un héroe con mayúsculas. Salva a su madre la vida al menos en tres ocasiones, al nacer, otorgándole toda la fuerza vital para sobrevivir al horror, dando fin a la tragedia consiguiendo escapar y quizás la más importante, salvando a la madre de la enfermedad mental que le lleva al intento de suicidio, tras la incapacidad de adaptación a su nueva vida, en apariencia feliz y confortable, pero adentrándose en una mente a la fuerza dañada por la experiencia trágica vivida, una mujer incapaz de afrontar la nueva realidad.
En definitiva, una película brillante a nivel de guión, producción y actuaciones. No deja ni un solo cabo suelto, el principio y el final conectan con un solo click y es que para poder sobrevivir, a veces hay que mirar al pasado. Es desagradable por mostrar la humillación humana, la maldad y el extravío de ésta infame criatura que se hace llamar hombre. Cine para desamparados, testimonio de un horror urbano indescriptible en los mundos “civilizados” donde uno supone que la sociedad está varios escalones por encima del llamado “tercer mundo” degradado. Lenny Abrahamson nos demuestra a los admiradores del séptimo arte que no es necesario grandes medios, grandes presupuestos, grandes espacios exteriores para elaborar un producto que te angustia, te agobia, te desespera, te lleva a límites a los que realmente no querías llegar, te martiriza.