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    Papá o mamá
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Papá o mamá

    Los cuervos de las crías

    por Suso Aira

    ¿Qué hacemos con los hijos?, se preguntaba Paco Martínez Soria en uno de sus más populares trabajos. Esa preguntaba denotaba en su tono, y en su deje paternalista, una preocupación por los polluelos que todavía están en el nido, a los cuales hay que proteger, en especial de los tiempos modernos y las veleidades de la España que iba a entrar en la década de los 70.

    Esa misma pregunta es la que se hacen los dos egoístas protagonistas de esta comedia francesa, sí, la enésima que nos llega, pero eso es algo que denota la excelente salud del género (y de la industria cinematográfica) allende esos Pirineos que tanto miedo y juego daban en el cine de Martínez Soria y en toda la comedia nacional. La respuesta de ese matrimonio en trámites de divorcio no es paternalista, ni siquiera positiva: ambos quieren librarse de su progenie para proseguir con sus vidas de adultos (mucho mejor que las de unos niñatos, dónde irá usted a parar) y sus promociones laborales para las que cargar con hijos es una rémora. Comienza entonces una divertida y destroyer mezcla entre Kramer contra Kramer y La guerra de los Rose. Cada cónyuge va a procurar resultar lo más repulsivo posible ante sus hijos para que estos elijan al otro. O sea, estamos en una premisa que pocas comedias (que poco cine) se atreve a tocar: el del adulto/padre siendo un impresentable y atacando de manera muy burra a unos menores de edad.

    Llega un momento (y ahí la cosa le hace perder valoración final a esta crítica) en el que los responsables, tanto de dirección como de guión (no quiero ni pensar en los productores y exhibidores), parece que se detengan, se miren entre ellos y digan lo de ¿no nos estaremos pasando? Y entonces ponen el freno y buscan, sin perder la andanada cómica y el timing de la comedia, ser políticamente correctos. No hacía falta dotar de sentimientos o de alma, corazón, a estos ogros yuppies. Tampoco hacía falta esa corrección política un tanto cobarde del epílogo. Pero bueno, hasta que eso llega, hasta que el arrepentimiento asoma su carita de travieso, nos hemos solazado con un festival del humor cuyo gag recurrente es el maltrato infantil. Con humor, slapstick, de buen rollo y tal, pero garrotazo y tentetieso. Para los tiempos que corren esto es ya una osadía a tener en cuenta.

    A favor: su mala leche.

    En contra: se asusta de esa mala leche.

     

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