La susodicha tal felicidad no ha sido para tanto, sólo breve amago de esplendor y carisma ocasional, se quedó en visión apacible y ligera, leve y poco intensa pues con el buscado error de marketing y venta que ofrecen al hablar de comedia argentina y el drama lento y moderado, suave y llevadero que encuentras hay un choque, desnivel que deja un mínimo de sinsabor que se corrige gracias a las interpretaciones de sus protagonistas -Inés Estévez fantástica, acapara la atención y es la nota alegre y festiva en la pantalla- y a un guión sencillo y austero, sin grandes miras ni propósito llamativo a simple vista pero que habla con calidez, conformidad y ternura de los efectos trágicos de la desaparición de un socio-amigo-hermano del alma y las más llevaderas secuelas en la mujer del mismo.
Daniel Burman deja muchas puertas abiertas, sin explicación, sin un por qué que complemente la narración, se limita a presentar personajes que pretenden ser graciosos, simpáticos y estrambóticos que transpiran una peculiar combinación de ironía, chiste y honestidad y un argumento que vive de escenas de supuesta parodia cómico-graciosa que, en nada, se transforman en lágrima, tristeza y desconsuelo ante la pérdida de su eterno y leal compañero.
Intenta ofrecer un poco de todo, una pizca mínima de ambos géneros, tragicomedia con un andar suave y comprensivo, de absorción tenue y actitud mansa y un final de bella tarjeta de postal para turistas con el que redondea el supuesto caos divertido visionado previamente, panacea de una conclusión exquisita, dulce y hermosa ante la tragedia, angustia y melancolía de su camino.
Su resultado es una observación agradable y standard, asimilación de digestión rápida y neutra, sencilla y sin novedades que alteren tu calma pero lejos de ser placentera y complaciente en toda su magnitud, una chispa de humor en alguna frase, sinceridad en otras, mucha habla y verborrea de exigua consistencia , tirantez amigo-viuda que se anticipa como evolucionará, secundarios sin una buena y específica definición..., un tentempié liviano y ameno que no explota ni gestiona sabiamente todas sus posibilidades pero gusta moderadamente, menú del día barato, accesible y cordial que no sacia todos tus deseos pero quita el hambre, se consume con agilidad, de efecto blando y etéreo y recuerdo ínfimo en tu memoria.
El misterio de la felicidad como valentía de elegir tu camino, libre de ataduras y de la mala conciencia que le acompaña..., sutil pero poco penetrante, ni profundiza con potencia ni con esmerada energía o voltaje ni aporta un meritorio calado emocional, sencillamente comodidad, suavidad y poco mareo para este filme sobre el objetivo principal de toda existencia, la tan mencionada, sobreexplotada y tantas veces malograda felicidad.