El club de los cinco superhéroes
por Marcos GandíaNo me ha sorprendido que me haya sorprendido tan gratamente esta (nueva: ya hubo un largometraje muy trash en los 90) puesta de largo cinematográfica de unos personajes nacidos en la tele japonesa pero que muchos conocimos en su versión delirante USA y catódica. Y no ha sido así porque tras las cámaras y como principal ideólogo del film, un superespectáculo palomitero con decidida ánima de entretenimiento desenfrenado, se hay Dean Israelite. ¿Que quién es Dean Israelite? Bueno, les hacía más duchos en la temática del más contemporáneo, excitante y molón cine teenager (sí, esa palabra/definición que le cuesta comprender al mentor de los nuevos power rangers desde su muerte/vida digital). Israelite no sólo comprende el alma adolescente, sino que se ha acercado a ella desde el género del fantástico, de la ciencia ficción. Aquellos que descubrieron y disfrutaron con Project Almanac sabrán el porqué de su sabia e inteligente reconversión de un festival de destrucción, malos de opereta, robots deslenguados y niñatos con uniforme y poderes, en algo más que eso. En su película previa, a reivindicar, Israelite tomaba la premisa de los viajes en el tiempo (de tan corta distancia como las visiones del Nicky Cage de Next) para disertar, con humor pero con serena sinceridad, sobre la futilidad y el miedo del devenir, del destino, del mañana en la vida del adolescente.
En el más brillante momento de Power Rangers, la charla a la luz de una hoguera en mitad de esa árida montaña minera, los cinco personajes principales sacan a relucir sus miedos, sus traumas, sus verdaderos rostros como única posibilidad de llegar a ser un grupo, de poder metamorfosearse. La metamorfosis siempre ha sido la metáfora más utilizada para referirse al paso de la infancia a la adolescencia y de ésta a la madurez. De eso van las de estos chicos normales que acaban siendo los anónimos salvadores de su pequeña ciudad y por ende del mundo entero. Esa secuencia de confesión está directamente extraída de esa obra maestra generacional de John Hughes titulada El club de los cinco. Aquí son también cinco los outsiders, los marginados, los acarreadores de culpas y frustraciones. Cinco que se conocen en ese aula de castigo sabatina que ya conocimos en el film de Hughes. Si la parte superheroica y de saludo de fan a la serie televisiva está francamente bien (tuneada para parecerse a la franquicia Transformers a la cual le dedican un chiste muy divertido), si su Rita Repulsa, masillas y Goldar son adecuadamente de derribo, lo mejor está en la película teen (incluso drama teen con una sorprendente incursión en la homosexualidad) que contiene esas batallas, peleas y movidas tan noventeras.
A favor: su deuda hacia El club de los cinco y Cuenta conmigo, canción incluida.
En contra: Rita Repulsa es como muy la bruja de Masters del universo.