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    Juego de ladrones
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    Juego de ladrones

    Los chicos de las bandas

    por Marcos Gandía

    Como si la distribuidora española no confiara lo suficiente en atraer la atención de los espectadores con el contundente título de Juego de ladrones, añade una especie de prolongación redundante: El atraco perfecto. Por una parte parece algo coherente y lógico: el quid de la cuestión y el meollo dramático, incluso espectacular (y mucho) del film es la planificación y ejecución del golpe de todos los golpes a cargo de una banda de ladrones. Sin embargo, en esa ecuación que emparenta el debut en la dirección del habitualmente guionista (Diablo, Objetivo: LondresChristian Gudegast con el subgénero de los robos imposibles con sorpresa final, queda ausente la otra banda, la de los policías.

    Y es en esa dualidad, la de los expertos en levantar la pasta de entidades bancarias poniendo su ojo en el Taj Mahal de los lugares inexpugnables con dinero (ni más ni menos que la Reserva Federal de Los Angeles) con la del grupo policial que les persigue, les pone trampas, les maltrata y les obliga a hacer cosas desde los márgenes de violar ellos mismos las leyes, donde reside el interés de la película. Suerte de grupo salvaje, de mercenarios en la zona de sombras del Bien y del Mal, ese cuerpo anti-atracos que dirige un macarrísimo Gerard Butler, nunca sabes en el fondo quienes son los villanos de esta función, y que acabes sintiendo mayor simpatía por quienes han planificado llevarse la pasta (de una manera digna de las misiones imposibles de Tom Cruise y compañía). Estamos (y los lectores más cinéfilos ya lo habrán detectado, o lo harán a las primeras de cambio) en el territorio bien acotado de los thrillers del estilizado Michael Mann, concretamente en esa obra maestra titulada Heat. Desde el diseño visual, el uso de una música atmosférica que se diría calcada a la de la cinta protagonizada por Robert De Niro y Al Pacino a ambos lados de una ley con una frontera difusa, y la utilización del plano secuencia (el tiroteo en la emboscada tras el atraco bancario en Heat y el acecho en el atasco tras el robo en Juego de ladrones), todo nos remite a Mann. Lo que no es malo, pero sí que corría el riesgo de quedarse en una simple mímesis. Juego de ladrones pasa la prueba con nota. Atraca a Michael Mann con brillantez (y al Jean-Pierre Melville de la majestuosa Círculo rojo también), compone una extensa galería de personajes con detalles de diálogos y de gestos, te familiariza con ellos y (como propina, acaso discutible) fiel a esa doble invocación genérica dentro del policíaco, remata con un giro de guión, un salto mortal, del que sale bien librado.

    A favor: su virtuosismo formal y un Gerard Butler como hacía tiempo que no veíamos.

    En contra: ese guiño a Sospechosos habituales.

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