En la bulliciosa Macao, un tal Halloran controla el juego, el tráfico de joyas y cualquier operación delictiva, con la complicidad del policía local, el teniente Sebastián. Dado que el límite de las tres millas impide a las autoridades internacionales actuar en Macao, Halloran se mueve allí como pez en el agua. El último policía que intentó atraparle ha sido asesinado.
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