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    Toro
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Toro

    Atrapado por su pasado

    por Alejandro G.Calvo

    Es indudable que Kike Maíllo es un apasionado de lo que hace. O como me dijo Paco Cabezas cuando le pregunté por Nicolas Cage: "Es uno de los nuestros". Amante del cine de género, busca volcar (y hacerse suyas) las formas y gestos del thriller contemporáneo que más parecen interesarle: su primera película, E.V.A., coqueteaba con la inteligencia artificial y el suspense (no exento de romanticismo), en Toro busca cierto aroma noir surcoreano salpicado por una violencia expeditiva que, aunque puede que apunte a Nicolas Winding Refn (otro regurgitador de formas cum laude), se acerca más al cine americano de vigilantes de los 80 (vendetta inclusive). A la ecuación se le suma un guión escrito a dos manos por Rafael Cobos (La isla mínima) y Fernando Navarro (Anacleto: Agente secreto), de ahí que la deslocalización geográfica que buscaba E.V.A. vire totalmente aquí hasta aposentarlo como un thriller donde la topografía y el costumbrismo español (o mejor: andaluz) sean parte básica en la narración. No en vano el protagonista se llama Toro y se mueve y actúa como tal: cabeza gacha, movimientos serenos pero bruscos, y capaz de empezar a soltar cornadas y matar a cualquiera que se le ponga por delante.

    Al cine de Maíllo le ocurre algo similar a lo vivido en las primeras películas de Daniel Monzón: el fetichismo que incorpora a sus películas vale más que el resultado final de las mismas. O lo que es lo mismo, la suma de sus puntos fuertes logra supeditarse a sus limitaciones para armar una narración sin fisuras. Vaya, que no anda lejos Maíllo tratando de acercarse a Bong John-hoo o Kim Jee-woon a cuando Antonio Isasi-Isasmendi buscaba convertirse en el Sam Fuller español (o cuando el mejor Vicente Aranda miraba con ojos de gacela la obra de Brian DePalma). De ahí que Toro tenga momentos tremendos: el atraco del prólogo, la divulgación de la matrícula del coche en el que huyen a través de boletos de mercado, cuando Toro regresa a visitar a su novia, casi cualquier secuencia en la que aparece José Sacristán... pero estos estén hilvanados con cierta arritmia dramática, logrando desdibujar el drama o bien avanzándolo hasta convertirlo en previsible. Ningún problema o, al menos, ningún problema grave: Maíllo juega en la misma liga que Guillem Morales o Eugenio Mira (cercana a J.A. Bayona y Paco Cabezas, algo más alejado de Enrique Urbizu y Alberto Rodríguez). Y que cuanto más depure su cine, mejores películas le saldrán.

    A favor: José Sacristán

    En contra: Las persecuciones. Y algún que otro giro argumental.

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