Y ¡eso es todo amigos!, siguen siendo ellos mismos.
La primera fue genial, divertida, encantadora, ¡todo un hallazgo!; ésta tiende a repetir el recuerdo de aquella, a volver a crear el espontáneo lazo que se dio por las buenas sinceras de aquel entonces y es que, instintivamente piensas “segundas partes no son buenas”, como dice el sentenciador refranero con su premonición fatídica aunque, en esta ocasión, su malévola destreza no se cumple con aventurero acierto pues, por suerte disfrutada, tiene parte de la fresca y querida sensación de su hermana previa.
“Dime con quien andas y te diré quién eres”; andas con los mismos, incluso se ha ampliado la familia y para asombro, están todos, nadie falta pero, ya no eres la que eras..., o ¿si y conservas bien la estela?Irónica, graciosa y con diestro talento para crear un humor espontáneo, cálido, confortable y de certera puntería en esa sonrisa amplia que se forma en los rostros de los que miran.
Has crecido, la audiencia ya sabe de antemano lo que quiere, e incluso, exige su comparecencia; no disgustas ni desalientas y posees acordes ideas para mantener el nivel recreado hace ya catorce años aunque, supongo que aquella contaba con la ventaja y novedad de su descubrimiento, de ese ingenuo primer contacto; contigo ya sabemos de antemano a que se juega y somos más exigentes en la demanda.
Y es que, a veces no hay donde cogerse y hay que recurrir a éxitos ya cosechados para volver al candelero y, aunque el tiempo no perdona, te ha tratado bien visto con distancia y mesura; con todos los pros y contras de volver a un triunfo del pasado, éste ha sido acertado, ha sido grata y sabrosa la propuesta de ampliación del ya consumado trabajo.
Tampoco es que el tráiler ayude, que no aventure ese temor por una posible decepción a la vista, dada la ausencia rica de ocurrencias y de perspicacia de la primera; entonces ¿por qué verla? ¿por qué el intento de posible tiempo perdido?, por un sentido optimismo de opcional equivocación que no cesa de insistir en que, si no se abre el paquete no se conoce su contenido, que si no se visiona la cinta, te quedarás con la duda..., y eso ¡si que no!, pues aunque la curiosidad, como al gato, mate, mejor errar, estrellarse y volver al camino ¿y?..., sinceramente vale, con satisfecha solvencia, la pena el convite a la misma.
El gancho sigue siendo un guión de válidas artes para lidiar con el avance de tan numerosa y estridente familia, el oxígeno creativo no es soberbio ni asombroso pero cumple, que es lo importante; en lugar de volver a hipnotizar, con frescura novedosa, opta más por afianzar unas habilidades que buscan continuar con el estilo de su linaje ya que, las ganas de diversión y su pretensión de gustar siguen presentes, siguen siendo las mismas, ese ofertar menudencias tildadas de grata cordialidad que decoran el ambiente y amenizan con simpatía la velada.
“Recuerda que fuiste novia antes que madre”, recuerda que la comicidad provenía de ese choque cultural de un clan griego en medio de la helada Chicago, recuerda cuáles eran tus puntos fuertes y qué hacía reír a la gente, recuerda ese propósito de querencia, beatitud y sintonía chistosa para un desmadre de juerga que siempre era el colofón de toda la fiesta.
La continuación de la saga, descendiente del mismísimo Carlo Magno, sigue en forma, su rédito ya no posee el énfasis, nerviosismo e intrepidez de la primera cita pero, su visión de progreso y planteamiento es sobria, apetecible y entonada, sigue habiendo una boda, siguen los problemas de entendimiento, los roces, las disputas, el agobio y el ensordecedor ruido de unos parientes metomentodos que no conocen el silencio, mucho menos la palabra privacidad pues, por lo visto, es la única que no procede del saturado vocabulario griego.
Amable, festiva, dicharachera, gustosa, para todos los públicos, ofrece lo que esperas; ya no es una recién nacida de la mente de Nia Vardalos, está en plena adolescencia y seguro, que la susodicha escritora y actriz, llevaba todos estos años pensando en ella, en cómo hacerla avanzar para dar paso a esa tercera generación que sigue aprisionada por la primera de los abuelos y la segunda paterna, ¡a cuál peor!, eso sin contar tíos, primos, amigos alucinados y vecindario escandalizado.
Distrae, ameniza, contenta y cubre animadamente el tiempo acorde a su moderada duración; comedia dulzona y esponjosa que se mira a si misma y no inventa, sin sorpresas, con lo bueno y malo que ello significa.
Cercioro que, a pesar de la prevención pesimista que sopesaba la razón, sabiendo que no hay nada nuevo, haz caso al positivo riesgo de ver qué tal y disfruta de ella, de su acompasado ritmo, de su bonachona magia y de su jolgorio atropellado, tanto si eres nostálgico o novato en la entrega.
Lo mejor; sigue siendo ella, la gran familia.
Lo peor; ya no asombra ni entusiasta como antes.
Nota 5,5