Tras "Whiplash", el director Damien Chazelle nos trae esta joya de película.
Discrepo en parte con la forma en que ha sido vendida esta cinta. Quiero recalcar: NO ES UN MUSICAL. Es un drama disfrazado de musical. Chazelle se sirve de la forma más inteligente para crear una ambientación, una fotografía, una paleta de colores (predominando esos impresionantes tonos azulados), un ritmo y una atmósfera increíble, haciéndote recordar aquellos antiguos musicales de los años 30, 40, 50 o 60 incluso; para contarte una historia muy simple, pero fantásticamente bien relatada.
Digo que no es un musical al uso porque aunque el 90% del filme gire en torno al jazz, aunque recuerde a aquellos musicales lejanos de esos años y demás, no hay una canción cada 5 minutos. Lógicamente que hay varias canciones que duran lo que tienen que durar y que aparecen en momentos muy estudiados y cuidados. En ningún momento llegan a aburrir o te hacen pensar "¿otra canción?". Para nada. Hay diálogos, hay historia y hay interés por contar algo diferente. Es un drama romántico con tintes musicales que potencia exponencialmente todo lo que Damien Chazelle quiere contarnos.
Todo lo anterior no serviría prácticamente de nada sin dos buenos protagonistas, y una estupenda elección fueron Emma Stone y Ryan Gosling, actores que se nota que ya había química entre ellos antes de rodar esta "La la land". Los dos están brutales en sus respectivos papeles, gigantes. Emma Stone aportando esa dulzura, esa inocencia, ese romanticismo, esas miradas, ese orgullo, ese carácter... Y Ryan Gosling destaca por su elegancia de vestuario, su seriedad, y su "locura" por la música, que solo unos pocos entenderemos, al igual que Damien Chazelle.
Desde el minuto 1 el filme te atrapa y te invita a subirte en su montaña rusa de 2h y 8m donde te emocionarás, bailarás y cantarás, llorarás y rabiarás, sentirás empatía por los protagonistas y te plantearás a ti mismo cuestiones carciosas que te responderás tú solo.
Este tipo de cine ya no se hace, y eso es un grandísimo punto a favor para apreciar en toda su plenitud esta obra de arte.
Impresionantes números de baile, impresionantes temas musicales de Jazz (género que a mí no me apasiona, pero aquí se consigue que estés bien atento y disfrutes y casi que bailes como Emma Y Ryan).
Hay un suave grano en la imagen provocado precisamente para ayudar a teletransportarte a esa época (aun estando ambientada en el presente de Los Ángeles), se nota el inmenso trabajo que hay detrás de todo.
Los dos principales pilares del filme son el amor, y la música; concretamente el Jazz.
Todo sirve como excusa para contarte algo que sí, ya hemos visto 80 veces y sí, no sorprende en principio. Pero está contado y llevado a la pantalla con un mimo, un trabajo y una pasión que te obligas a ti mismo a quedarte clavado en la silla como me pasó a mí. Uno esperaría una cosa como clímax al final de la película pero el director muestra su mejor arma en los últimos 5 minutos y te golpea la cara. A un espectador "normal", tras todo lo acontecido, el final le impactará y le emocionará. Ahora, a alguien como yo, amplio de mente y que comparto ese amor por el arte, la música y que sabe apreciar el buen cine, le destrozará. Sea como sea, el final es perfectamente imperfecto.
Quiero decir que es una lástima que películas como esta, que se salen un poco de la norma, con mucha menos publicidad que tantas otras; no va a ser apreciada por muchísima gente que no busca esto. La gente de hoy en día, la mayoría de público de hoy en día busca ir al cine, pasar un buen rato e irse a casa y olvidar al día siguiente lo que ha visto.
Con la avalancha de cintas de superhéroes y de terror de dudosa calidad que buscan un público sencillo y “light”, filmes como "La la land" pasarán sin pena ni gloria para el público menos exigente, aunque haya recibido el apoyo de prácticamente toda la crítica especializada.
La gente no quiere pensar, no quiere emocionarse y llevarse a casa una joya tatuada en la mente. Y eso me aterra porque al igual que está pasando con la música también, lo mediocridad triunfa y obras maestras como esta también, pero parece que solo para un pequeño sector que sepa degustarlas. Y yo, por suerte, pertenezco a ese pequeño sector.
Con perdón pero con dos cojones, Chazelle, me quito el sombrero ante semejante obra.