Franquicia-Sparks
por Israel ParedesLas novelas del escritor Nicholas Sparks han sido objeto, desde finales de los años noventa, de no pocas adaptaciones, creándose, si se atiende a todas ellas en conjunto, una suerte de franquicia-Sparks: resulta curioso el ver, simplemente, todos los carteles de las películas para constatarlo, dado que prácticamente son idénticos. Independientemente de los directores que se hayan hecho cargo de las adaptaciones persiste en todas ellas una cierta continuidad estética en la construcción de las imágenes, ya sea Nick Cassavetes, Adam Shankman, Julie Anne Robinson, Lasse Hallström, Scott Hicks, Michael Hoffman o George Tillman Jr,. A su vez, han servido para que jóvenes actores hayan tenido un vehículo interpretativo de claro sesgo comercial de cara a un público muy definido. Así, Shane West y Mand Moore en Un paseo para recordar, Ryan Gosling y Rachel McAdams en El diario de Noa, Miley Circus y Liam Hemsworth en La última canción, Amanda Seyfried y Channing Tatum en Querido John, Julianne Hough y Josh Duhamel en Un lugar para refugiarse, Scott Eastwood y Britt Robertson en El viaje más largo o James Marsden y Michelle Monaghan en Lo mejor de mí. Y están también las adaptaciones más dirigidas a un público adulto y, por tanto, con actores como Kevin Costner y Robin Wright en Mensaje en una botella o Diane Lane y Richard Gere en Noches de tormenta.
Todas ellas mantienen una línea narrativa muy similar que La decisión (En el nombre del amor) continúa. Dirigida por Ross Katz, en este caso tenemos a Teresa Palmer, una de las actrices emergentes del momento, y Benjamin Walker, acompañados por Tom Wikilson y Alexandra Daddario, entre otros, para narrar una historia que, a quien haya ya asistido en alguna ocasión a alguna película de la franquicia-Sparks, resultará más o menos conocida. La idea es clara: una joven se enamora de un joven que no quiere ataduras en su vida, la atracción que siente por ella será más fuerte que sus convicciones. Ahora bien, para llegar al consabido final feliz, el itinerario que se recorre está lleno de conflictos, también de encuentros. No se debe esperar de La decisión (En el nombre del amor) nada novedoso con respecto a la temática que plantea, básicamente porque está basada en una literatura que entrega a sus lectores, en cada volumen, exactamente lo que estos esperan encontrar en sus páginas y, a la hora de traducir esas páginas en imágenes, sus responsables, lo han demostrado película tras película, tampoco esconden que cada producción está diseñada de manera milimétrica y dirigida para un determinado tipo de espectador.
Así, La decisión (En el nombre del amor) presenta un envoltorio bien armado en su fotografía y un desarrollo narrativo sin apenas sorpresas y que responde en cada momento a un guion perfilado para ir suscitando en el espectador diferentes emociones que conducen, inevitablemente, al éxtasis de final feliz. En definitiva, una película que quien se acerque a ella irá buscando, exactamente, lo que encontrará y, en ese sentido, no se puede decir que La decisión (En el nombre del amor) no sea una película, a su manera, honesta.
Lo mejor: Los actores, especialmente Teresa Palmer.
Lo peor: Que recuerda tanto y tanto a otras películas del mismo corte.