Ojala Su Compasado Éxito No Desemboque En Un Suplicio de Franquicia
Benditos sean los hijos únicos que no tuvieron que padecer el cimbrón con la intrusión de un nuevo compañero. Indiscutiblemente, sea cual sea la condición, los celos, aquella respuesta hipersensible que surge cuando se divisa una amenaza hacia algo que se considera propio, afloran de forma innata en el ser humano: en una relación amorosa, en el trabajo, en el estudio, en la familia. Sobre esta solariega premisa, “The Baby Boss” da con la arteria correcta a fin de entusiasmar tanto a progenitores como a hijos con un aniñado mensaje reflexivo que convencerá a través de sus gags hasta al más escéptico y cerebral cinéfilo.
El largometraje esta libremente inspirado en el pueril ejemplar publicado en 2010 por Marla Frazee, libremente visto que el desarrollo no es extraído de las paginas al pie de la letra, sin hablar del desigual diseño de las ilustraciones. Dreamworks aún mantiene el ritmo recordando a sus concurrentes que regresaron para apropiarse de nuevo de la prerrogativa que obtuvieron con producciones audiovisuales animadas tales como “Madagascar”, “Shrek”, “Kung Fu Panda” y la reciente “Trolls”. La compañía fija como realizador a Tom McGrath, director idóneo debido a que ha dirigido varias cintas a órdenes de la empresa, asimismo ha tratado diferentes contenidos sobre la niñez en sus proyectos de manera subyacente. El guion abraza altas dosis de gags y sketches que abastecerán mayoritariamente a los adultos, tal inclinación resulta inductiva al descubrir que su escritor, Michael McCullers, fue el hombre que concibió los guiones de “Austin Powers” o “Baby Mama” y algunos episodios del late show estadounidense “Saturday Night Live”. Aquí, el slapstick y el deadpan se confabulan con la imaginería óptica de un chiquillo de 7 años para suministrar un compendio de ocurrencias que calan con gran asertividad entre el público general. Echando a un lado la cuestión festiva, el argumento nuclear evoca en nosotros cintas que aplicaron el mismo esqueleto narrativo central (“Look Who’s Talking”, “Littleman” o la serie “Family Guy”), armazón predilecto que se mantiene firme debido a la calidad acogida por parte de la audiencia a causa de la imposibilidad y ridiculez al apreciar la pantomima de un bebe obrando como un hombre mayor. Ahora bien, focalizándonos en la trama y su desarrollo, la mente de un infante es el dispositivo destinado a desatar una sucesión de tesituras grávidas de inventiva, adicionalmente, consigue conservar firme durante los tres actos el ritmo y la candencia que se posan sobre el pequeño y el nene, pese a que la segunda sección se explaya más de lo debido. Al ser un producto mayoritariamente destinado a los pequeños, las lecciones deben ser de gran relevancia. En el inicio, tuve que lidiar con tenaces quebraderos de cabeza acerca de cómo podrían presentar una clausura apropiada a la historia, ya que por el acontecer de las situaciones pareciese que obtendría un final más acerbo de lo normal, no obstante, el desenlace feliz siempre ha de estar. Más allá de aceptar a el recién llegado, el filme reflexiona sobre el trabajo en equipo, la resolución de discrepancias y un poco trabajado aspecto laboral, empero, los pequeños deberán recibir una pequeña explicación por parte de los adultos debido a la “complejidad” de su comprensión. A pesar de que sopesa las consideraciones antepuestas, trastoca el impacto de coyunturas que han quedado fuera del plano y repentinamente la ardua búsqueda por no adoptar la etiqueta de título comercial es erradicada de lleno. Los dos candorosos protagonistas están lisonjeramente diseñados, Tim, el pequeño de 7 años adopta la figura de padre con solvencia y sobre él cae la misión de seleccionar las decisiones más circunspectas; el contrapunto es el bebe, quien con la voz tiránica de Alec Baldwin logra la ejecución de efectos adorables. Sin lugar a dudas, el bebe que da nombre a la película es el auténtico punto de eje, no obstante, el verdadero protagonista es Tim. Si bien el antagonismo es prorrateado entre las tiernas mascotas caninas, el creador de la campaña y su secuaz, estos divergen en cuanto el nene sale en pantalla.
Mientras cojea en la formación de algunos planteamientos, abraza como pieza clave a su animación, la cual teniendo en mente las pautas establecidas por Pixar en cuanto a escrupulosidad y preocupación por el detalle se refiere, merodea entre lo dulce y lo eficaz, y esto no precisamente resulta en un puñado de imágenes insulsas fundamentadas en líneas bidimensionales, al contrario, la brillantez de estas dan pie para concentrarse en las texturas y colores de las fabulosas visiones infantiles, las cuales desde los primeros minutos ejecutan una introducción interesante. Las misiones imaginarias de Tim repercuten en la presentación de las mismas, las cuales juegan con un abanico de diseños y artes hermosamente ideados por medio del pasmoso 3D (enloquecedor el efecto conseguido con la baba del bebe). De la mano, el acompañamiento musical no es elevado pero encaja en cada cuadro con determinada efectividad, desde las alteradas melodías de los Beatles hasta las composiciones ambientales acopladas en las escenas dramáticas o las frenéticas persecuciones automovilistas.
Con un arranque directo al grano y una conclusión emotiva y madura, “The Baby Boss” de Tom McGrath sirve para implantar a Dreamworks de nuevo en el panorama animado audiovisual, al mismo tiempo que expresa, desde la perspectiva de un niño de 7, la paridad afectiva que deben tener los padres con el arribo de un nuevo hijo y la aceptación y comprensión por parte del pequeño que debe asimilar la llegada de un hermano(a). Además, como producto de consumo masivo, padres e hijos gozaran con las dos fabulosas primeras partes del metraje, empero, les será fatigoso digerir el último segmento que recae en el final feliz y la correspondiente deceso del villano. Quizá, algún día, nacerá la cinta que conmocionara las proyecciones narrativas de la animación, entretanto, deleitémonos con los caramelos visuales de este bebe y su misión corporativa. El pañal de la animación lentamente se está ensuciando.