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Un visitante
3,0
Publicada el 11 de octubre de 2018
Su animación familiar gritona y agitada convierte las mesas en el mito del abominable muñeco de nieve. ¿Qué pasaría si un pueblo de yetis descubriera la existencia del pie pequeño legendario, esa pequeña criatura adorable, virtualmente libre de pieles, con una cabeza no más grande que una uña yeti?
El engreimiento está bien hecho, y el inesperado y sincero mensaje de la película sobre la empatía y mirar el mundo a través de los ojos de alguien más compensa su animación suave, su guión inteligente y sus genéricas canciones de clappy-blah.
Channing Tatum es la voz del adolescente yeti Migo, que vive en lo alto del Himalaya. Durante siglos, los yetis de su aldea han obedecido leyes y creencias talladas en tablas de piedra sagrada. Su artículo número uno de fe es que el pie pequeño no existe.
Lo verdaderamente interesante de la historia del pie grande, Migo (la voz de Channing Tatum), es el concepto detrás de ella, aquí de manera nada sutil el mensaje es claro, cuestiona los dogmas, cuestiona lo escrito en piedra, cuestiona lo que nos hacen creer; cuestiona si lo que creemos es la verdad, mensaje poderoso en una sociedad inundada por información descontextualizada. Pero los pequeños tal vez no se den cuenta del todo, y se enfoquen en las canciones y las secuencias de aventuras sobre la nieve.
Lo que sí es que Warner se posiciona como un estudio valiente, tratando de cambiar el status quo, usando un mito visto desde la perspectiva del otro. En esta historia es el Yeti, el que encuentra el mito del “pie pequeño”, que en este caso es el humano Percy (la voz de James Corden).
Una cinta que pisa callos con pies pequeños y si usted tiene niños brillantes, tenga precaución porque las preguntas le van a llover, ahora que de animación y música aún hay mucho camino por recorrer para Warner, aunque con la historia -de verdad- lo va a dejar con el ojo cuadrado.
Por último, pero no menos poderoso, el documental “Science Fair” (Feria de ciencias), que sigue a nueve estudiantes preparatorianos en su sueño por convertirse en los mejores de la Feria de Ciencias más importante del mundo: la Feria Internacional de Ciencia e Ingeniería. Esta producción de National Geographic dirigida por Cristina Constantini y Farren Foster, ofrece una perspectiva del esfuerzo que los jovencitos tienen que hacer para llegar a las olimpiadas de los genios más jóvenes del planeta.
Cavando más profundo que muchas de estas películas, y con mensajes fuertes. Pero si eso suena pesado para tu hijo de cinco años, no temas, ya que también es una película atractiva con canciones inflables y un sentido de la historia (aunque la historia del Yeti).
El Yeti existe, pero no son los abominables. Sin embargo, son enormes y peludos, viven cerca de la cima de una enorme montaña sobre las nubes en el Himalaya.
La sociedad Yeti está gobernada por los Stones, no esos Stones, aunque el Yeti que comienza a cuestionar las historias que les han contado no está recibiendo mucha satisfacción.
En una leyenda solo un poco más extraña que la que rodeaba el nacimiento del cristianismo, los Yeti creen que fueron creados a partir de la culata del Gran Yak, y que el sol es en realidad un Gran Caracol que se mueve lentamente a través del cielo. Para despertar al Gran Caracol, y asegurar su progreso continuo, cada mañana el senior Yeti Dorgle (Danny DeVito) es catapultado a través de varios cientos de pies de cielo abierto, con su cabeza ahora aplanada apuntando directamente (¿redondeado?) A un gong gigante.