El sótano y el exterior
por Quim CasasDifícil escribir de Calle Cloverfield 10 sin explicar nada de sus últimas secuencias, ya que precisamente en la resolución reside la valentía de esta propuesta y su apuesta por las tonalidades genéricas diversas en un mismo y coherente cuerpo cinematográfico. Así que abandonemos la idea, que aún destriparemos algo del desenlace y los lectores que no hayan visto el filme nos odiarán a muerte, con razón. Centrémonos en otros aspectos relevantes de esta nueva producción de J. J. Abrams y Matt Reeves que toma parte de su título de otra película realizada por el segundo y producida por el primero, Cloverfield (Monstruoso), con la que guarda relación… o no.
¿Qué es exactamente la nueva aventura cinematográfica de Abrams? Y sí, recalco que es de Abrams porque el jugueteo con los géneros, la construcción y las características de su decidido personaje femenino le pertenecen a él con todo derecho antes que al debutante director Dan Trachtenberg y a los guionistas, entre los que está Damien Chazelle, el firmante de Whiplash; la política de los productores existe desde David O. Selznick: también el trazo del tercer productor de Calle Cloverfield 10, Drew Goddard, se nota en su relato zigzagueante.
Retomemos la pregunta. Pues la película resulta bastante complicado de “etiquetar”, y cuando no hay etiquetas o fórmulas claras, mucho mejor. Mezcla de tonos, rasgos genéricos y estados de ánimo, de pistas y referencias. Empieza de una forma –con una escapada de mujer decidida e independiente al estilo de la huida de Janet Leigh en coche en Psicosis, aunque sin 40.000 dólares de coartada–, se desarrolla de otra –obstáculos y más obstáculos, reconciliaciones, improbables escenas domésticas, el aleteo de la permanente sospecha– y termina apelando a nuevos estímulos dramáticos y argumentales. Y por el medio, el tema de la prolongada paranoia post 11/S y la obsesión por la seguridad. Puro Abrams: Vigilados. Person of Interest.
También puede verse la película como un artefacto lúdico en el que interesa mucho más el dispositivo que la misma trama, la configuración del espacio antes que la de la historia, el misterio por encima de los personajes. Una chica, un chico, un tipo que puede ser lo que dice que es o puede ser todo lo contrario, un escenario (el sótano de una casa equipado para guarecerse y aguantar los estragos de un conflicto nuclear, una guerra química o una invasión alienígena) y un montón de dudas diseminadas con destreza.
Terror psicológico. Verdad o mentira. El mundo reducido a cenizas o las invenciones delirantes de un tipo perturbado que intenta convencer a los otros, reteniéndolos contra su voluntad, de que la radiactividad campa a sus anchas en el exterior. Sea una cosa u otra, o todas a la vez, Calle Cloverfield 10 (antes conocida como Valencia, Dios sabe porqué) es modélica y estimulante en su permanente juego con las convenciones. Carne de Blockbuster primaveral, quizá; blockbuster de autor (productor, con todos mis respetos por Trachtenberg).
A favor: el inicio, el nudo y el desenlace por inesperado (o no) que este sea: ecología del relato en 3 actos.
En contra: algunas decisiones de guión lastiman la ambivalencia de la propuesta.