Coproducción hispano-francesa que nace del empeño de su productora ejecutiva Lucrecia Botín (sobrina de Emilio Botín, presidente del Banco Santander) en contar el descubrimiento de su tatarabuela, quien a la edad de ocho años fue la primera persona, en 16.000 años, en observar unos animales pintados en el techo de una cueva en Altamira (Santillana del Mar, Cantabria). Un descubrimiento que cambió la percepción que se tenía hasta entonces del hombre primitivo aunque, en un primer momento, para su familia fue motivo de escarnio y descrédito. En 1985 la cueva fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
1879, el paleontólogo aficionado Marcelino Sanz de Sautuola (Antonio Banderas) acude a ver una cueva que ha encontrado uno de los hombres que trabajan en su finca, en una zona cercana a su casa. Marcelino pide que agranden la entrada y vuelve días después para buscar restos de huesos y utensilios prehistóricos. Mientras él y sus hombres se encuentran ocupados con los objetos encontrados, su hija María (Allegra Allen) recorre la cueva y descubre pinturas de animales en el techo de una de las salas. Sanz de Sautuola avalado por el catedrático en geología Juan Vilanova (Nicholas Farrell) defiende que las pinturas fueron hechas por hombres prehistóricos, pero se encontró con la oposición de la iglesia católica y de la comunidad científica que prefirieron desacreditar su descubrimiento.
Reconozco que sabía poco del descubrimiento de la cueva de Altamira y, en ese sentido, la película es prácticamente un documental, recreando de forma bastante fiel como sucedió. El descrédito y el rechazo que sufrió después la familia Sanz de Sautuola también queda patente, eran finales del siglo XIX y el hallazgo de D. Marcelino y su hija no fue bien aceptado por la conservadora sociedad española. Tanto la comunidad científica como la Iglesia Católica se negaron a reconocer que las pinturas fueran obra de hombres prehistóricos, aunque el director prefiere cargar las tintas contra la Iglesia Católica que tanto peso tenía en la sociedad de la época, la comunidad científica tiene su momento de redención al final de la cinta, pero nada nos explican de la Iglesia, no sabemos si finalmente lo han aceptado o siguen negando su veracidad.
Altamira está dirigida por Hugh Hudson (Carros de fuego), su primera película en quince años, y fue rodada en inglés. Pude verla hace un par de semanas en VOSE y he de reconocer que resulta raro oír hablar en inglés a personajes que son españoles, no me parece natural. Supongo que lo mismo les pasaría a los suecos con Eddie Redmayne, en fin, todo sea por que tenga la difusión necesaria en el mercado anglosajón, pero eso de “Alfonso twelve” me resulta cómico. Los exteriores se han rodado en diversas localidades de Cantabria como Santillana del Mar, Castro Urdiales o Comillas, si conocéis la zona os resulta fácil reconocer edificios como El Capricho de Gaudí o la Colegiata de Santillana. Otra curiosidad es que la banda sonora corre a cargo de Mark Knopfler, cantante de la banda Dire Straits.
En cuanto al reparto es de lo más internacional, el protagonista es Antonio Banderas (Autómata) como el arqueólogo aficionado que se vio desprestigiado por su descubrimiento. La joven Allegra Allen debuta con esta película interpretando a María, la verdadera descubridora de las pinturas; su personaje ya adulto lo interpreta Irene Escolar (La corona partida). Conchita, la madre de María, está interpretada por Golshifteh Farahani (Exodus: Dioses y reyes), una actriz de origen iraní y afincada en Francia que me ha costado mucho ver como una sufrida esposa española.
Rupert Everett (La boda de mi mejor amigo) es el intransigente y manipulador Monseñor. Los actores franceses Clément Sibony (El desafío) y Pierre Niney (Yves Saint Laurent) interpretan al historiador Émile Cartailhac y al restaurador Paul Ratier, respectivamente. Nicholas Farrell (Legend) es el profesor Vilanova, el único científico que apoya el descubrimiento. Además cuenta con breves apariciones de otros actores españoles como Tristán Ulloa (El tiempo entre costuras) o Javivi (Ni pies ni cabeza).
Fiel narración de cómo fueron descubiertas las primeras pinturas rupestres, un gran hallazgo que no fue reconocido en vida de su descubridor.