El sendero que abrió en el cine Sam Peckinpah con su “Grupo salvaje” fue un boquete que ya nunca más se cerró y por el que han pasado muchas películas, algunas con acierto y otras con bochorno, pero retransmitir una balacera se ha convertido para muchos directores en un “modus vivendi” en su actividad filmica. La violencia ya hace tiempo que ha adquirido carta de naturalidad y normalidad en nuestras pantallas.
Ben Wheatley es un adicto, si no a las balaceras, sí a la violencia en sus películas, además una violencia cotidiana que rara vez se aleja de lo ya transitado. En “A field in England” intentó hacer algo distinto que no sé si él mismo sabía lo que era, pero que sin embargo consigue unas historias entretenidas, de una impecable factura cinematográfica. De las que yo he viso, “Turistas”, “Down Terrace”, la antes mencionada y esta de la que hago la reseña, esta, precisamente es la que cuenta una historia más manida y sin mucho secreto: Unos traficantes de armas y unos miembros de un grupo armado, se supone que irlandeses, se encuentran en un local abandonado para intercambiar dinero por armas, pero un encuentro previo que dos miembros, uno de cada grupo, habían tenido antes desata un interminable y entretenido intercambio de balas hasta el final y más allá.
Es una película que tiene reminiscencia de muchas otras películas, de directores como Guy Ritchie y Quentin Tarantino entre otros, pero que sin embargo tiene su propia personalidad. Muy bien narrada, muy bien interpretada y muy bien desarrollados los planos del constante intercambio de disparos, no se ha pasado por alto el guión, con un texto ocurrente, lleno de humor, un grupo de personajes muy definidos para ser tantos y con el poco tiempo que da una película para esa labor y un desenlace que las mujeres le habrán agradecido.
No voy a entrar aquí en lo que supone para la sociedad la banalización de la violencia pero para que los niños vieran esta películas, antes debería de haber un coloquio o unas indicaciones de lo mal que se siente uno cuando le disparan, de las pocas ganas que tiene de hacer chistes y es que además te mueres. Digo esto a cuenta de este film y por la sorpresa que me produjo el programa del último domingo de Salvados, en el que Jordi Évole entrevistó a algunos soldados españoles inmersos en la guerra de Siria y a algunas soldadas y la verdad, hacer aparecer a estas personas como héroes no ayuda mucho a erradicar la violencia de nuestra sociedad.
Vease esta película como un puro entretenimiento, sin olvidar que aunque sean personajes de carne y hueso, lo mejor es contemplarlo como si fuera un comic, ya que el tratamiento de los mismos por parte del director no va más allá.
No es descabellado que él sea el que mejor se lo pasa rodando estas películas y eso es bueno, porque si él se divierte, la diversión para él espectador está casi garantizada.
Y en esta además no hay ningún tipo de desarrollo paralelo, va a lo que va, un “grupo salvaje” del siglo XXI, no como en “Down Terrace”, con implicaciones familiares, o en Turistas, con implicaciones románticas, trágicamente violentas. En ésta, coge el dinero y corre. Eso parecía al principio. Lo dicho, puro entretenimiento