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    Tarde para la ira
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    Tarde para la ira

    Tiempo de venganza

    por Israel Paredes

    Para su debut en la dirección, el actor Raúl Arévalo ha optado por el que quizá sea uno de los géneros que más se está trabajando en el cine español más reciente, el thriller en sus diferentes variaciones. Pero lo ha hecho desde cierta modestia de producción y con unas ambiciones narrativas sencillas, partiendo del esquema de las películas de venganza. Una de las grandes virtudes de Arévalo reside precisamente ahí, en realizar una obra contenida y directa, que va al grano y que saca partido a los pocos elementos de los que parte. En este sentido, y aun siguiendo ese gusto actual por el género en el cine español, Arévalo, entendemos que voluntariamente, ha rehuido la posibilidad de dar forma a un producto que se le pudiera ir de las manos, dando como resultado una película que denota de principio a fin cierto aspecto de búsqueda, de experimentación estilística y que, en general, no denota tanto las influencias como le ha sucedido recientemente a otros cineastas españoles. 

    Tras un arranque en plano secuencia desde el interior de un coche que es, posiblemente, el momento de la película en el que Arévalo lleva a cabo un trabajo visual más llamativo, el comienzo de Tarde para la ira va gestándose poco a poco, sin que sepamos bien ante que estamos: una narración naturalista que, en general, no desentona en un sentido estético, también, con gran parte del cine español, mediante una mirada cercana al costumbrismo visual, buscando un retrato veraz pero que, mediante miradas y gestos, insinuaciones, entendemos que hay algo más bajo el deseo de mostrar la cotidianidad de los personajes. Arévalo se toma su tiempo para ir perfilando a éstos e introduciéndonos en un contexto social rancio y árido. Lo hace de manera natural, sin necesidad de incidir en ello. Un arranque lento, que resulta moroso durante su visionado pero que cobra realmente cuerpo y razón cuando entendemos las razones y el comportamiento de José (Antonio de la Torre) tras la liberación de la cárcel de Curro (Luis Callejo). A partir de ese momento, Tarde para la ira se convierte en una película más dinámica y enérgica, y se entiende el deseo de Arévalo de ese inicio para ir trazando una mirada más sosegada, atenta a un contexto social y humano muy particular que se presenta perfecto para el desarrollo de una historia de venganza de gran intensidad y crudeza.

    Arévalo, que comienza con un estilo naturalista sucio, termina, curiosamente, mostrando un estilo más limpio y cuidado, creando una evolución en el interior de la película que contrasta con la historia: cuanto más duro se vuelve aquello que narra, más límpida es la imagen. En este sentido, el trabajo del director es notable, muy por encima del guion, que guarda algunas sorpresas en su desarrollo, asentándose bien en los personajes –y en los actores- para dotar de credibilidad y fuerza a la historia. Arévalo quizá no ha conseguido una película completamente redonda, y es posible que ni lo haya buscado, pero el resultado es más que satisfactorio, con magníficos momentos y que va ganando en progresión dramática según avanza, logrando un ritmo perfecto para conducirnos a través de una historia que, a pesar de su crudeza y de su violencia, aguarda una mirada muy humana hacia los personajes.

    Lo mejor: Los actores, la depuración estilísticas de la dirección según avanza la película.

    Lo peor: Que al final queda, o pueda quedar, la sensación de estar ante una película ya vista a pesar de la personalidad de la dirección en gran parte del metraje.

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