Un geek, que no es otra cosa que el pringado de toda la vida, que por fin espabila.
A todo el mundo parece haberle encantado esta película; se habla, por escrito, de frescura, atrevimiento, diálogos con ingenio y vibrante agilidad, más un destacado aparte para el elenco de jóvenes actores; yo, la verdad, no he percibido nada de eso; es más, desde el minuto uno, dada su tipicidad de presentación y clasicismo de organigrama como que, mucho mi atención no ha despertado; todo lo contrario, ese aire a fórmula de los 90 ya vista y usada, que tampoco aquí se presenta con mejores formas y artes, es la convicción suprema que invadía mi conciencia, constante desapego de un pensamiento que no enlazaba con este montaje de trío, que vive la experiencia de su vida tras una noche loca.
Analizada por partes, y después de digerida y razonada, se encuentran detalles de todos esos logros manifestados, empiezas a cerciorar la diferencia de andadura osada más acorde con los tiempos actuales pero ¿sirve de algo conocer los ingredientes fantásticos de una comida, si el sabor de su plato no te ha llenado ni colmado?
Porque, estoy al cien por cien con el protagonista, los noventa fueron, en cine -a él le tira más la música- mejores que esta recreación de pandilla de barrio marginado que sobrevive a un instituto de atropellos, a etiquetas absurdas que nada tienen que ver con ellos y que con pericia, malabarismos y coraje logran hacerse un hueco en su entorno, rematado por esa dualidad final que sermonea sobre los prejuicios, el color de la piel y la dictadura del lugar del nacimiento como antítesis de diferente conclusión y oportunidad, según se defina al líder de la historia contada.
Cierto aire a un progenitor de Spike Lee reina en el ambiente, sólo que se deja envolver por esa gracia, ingenuidad y estilo de quien es inteligente de base y pasa desapercibido, para terminar por rematar, con su útil cabeza, al más corrupto de los de traje y cargo; un intento de denunciar el cliché que inunda sus personas, nada más se las ve y sitúa en el mapa, cuando la propia cinta no deja de ser un estereotipo de lo mismo que critican y huyen; un “dime de que presumes y te diré de que careces” que, aún perdonando tal caída en su propia trampa, no se salva de ese gustillo incómodo de no haber simpatizado, conectado o entusiasmado con ellos en ningún momento.
Alza su voz en nombre de la rebeldía que aporta entre sus páginas este avispado guión cuando, no deja de ser un producto de confección comercial para poder ser colocado y vendido con mayor facilidad; su energía estilista, su variedad de tonos, orgullo de frikismo y tropiezo caótico de circulación se ve aclimatado a la baja, por una alternancia inconsistente en cada uno de sus escenarios que no solidifica sus primeros apuntes.
Tiene excesiva prisa por echar el telón y pasar a siguiente mareo precipitado, como si no hubiera que dejar que el espectador se tome su tiempo para respirar y concluir subjetivamente pues, prefiere ofertar velocidad de pasos rápidos, especialmente la voz en off, a confiar en la apuesta sólida de su contenido.
Como rechazo a las marcas y el encasillamiento hago de la ambigüedad mi sello personal, perdiendo por el camino mi identidad al jugar a todo pero no elegir nada, desorden que cabría aceptar si quisiera exponer algo más que un rodeo de palabras y actitudes ambivalentes como lema de confusión a la hora de designar a una persona; gran mérito de Rick Famuyiwa en su intento, realización y entrega pero, sigo con la misma incertidumbre, ¿de que me sirve si nada de ello cuaja con firmeza? y se queda en fina agua de lluvia, que pronto pasa al olvido.
De nada vale la lectura de fondo sacada si no llegas ¡a sentirla!, de nada sirve su posterior reflexión si no llegas ¡nunca a vivirla!, de nada sirve su valentía si no logra encararse con una ¡solícita audiencia!, de nada sirven tantas cosas que juramos un verano, que se transformaron en palpable realidad, si se pierden antes de llegar a su destino ¡la concurrencia!
Transgresión que topa con la obviedad de ser calco ya referido, ¿que posee ciertas mechas y apuntes que la hacen despuntar de sus hermanas anteriores?, si pero, no deja de vestirse de seda para, como las demás, querer ser mona; si ella misma hace gala de huir de clasificaciones que no hacen justicia a sus miembros, entonces se inflexible y no la realces únicamente por eso; su valor es el lugar de origen y la marginalidad y peligros de quien allí crece, de la que vende que mires más allá y no catalogues, pues entonces..., sinceramente, el resto es voluntad ya descrita.
Lo mejor; su energía y ganas de mostrar mucho.
Lo peor; lo hace con un desorden e inconsistencia que estropea el rótulo.
Nota 5,5