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    La ley del mercado
    Críticas
    3,0
    Entretenida
    La ley del mercado

    Paisaje después de una batalla

    por Suso Aira

    Hay varias escenas sobrecogedoras, por su humanismo, su patetismo y por la rabia que provocan en un espectador incapaz de no sentir empatía con el personaje, en las que ese trabajador cincuentón en paro al que da vida, de manera excelente, Vincent Lindon expresa mejor que toda la filmografía reciente de Ken Loach o de Fernando León de Aranoa lo que de verdad significa esta maldita crisis que no es de hoy, que es la que siempre ha oprimido al desvalido.

    Brizé, un director que en otras ocasiones, incluso en esta misma película, cede a una necesidad innecesaria de subrayar lo evidente, se mantiene al margen pero sólo como realizador, con su cámara: su postura moral es clara, y su posicionamiento político es duro. No le hace falta recurrir a forzar la máquina: muestra la humillación del protagonista y su resistencia a pesar del dolor y del desespero de la misma límpida manera que Vittorio de Sica mostraba a su pobre hombre arrastrado por el viento de la desgracia de Ladrón de bicicletas. El neorrealismo italiano sigue siendo el faro que guía todo el cine social que se hace desde entonces, igual porque desde entonces estamos ante las mismas circunstancias sociales, quiebren bancos o quiebre el mismísimo capitalismo. Stéphane Brizé se mira en él en La ley del mercado, quiere hacerlo político cuando ya su simple anécdota personal y humana ya es una declaración de intenciones política. Y también toma del neorrealismo de De Sica y Zavattini esa importancia del sentimentalismo. Por mucho que la trágica epopeya del personaje interpretado por Lindon (merecido premio en el pasado festival de Cannes) se base en silencios, en gestos de rabia interna, en palos y golpes sin fin, la nota sentimental asoma siempre como manera de no arrebatarle la dignidad, de humanizar a alguien al que el sistema, la sociedad pretende deshumanizar. Quizás se le pueda acusar al film de un prescindible didacticismo militante, pero algo que jamás podremos echarle en cara es su utilidad. Es necesario, es una obligación, que existan películas como La ley del mercado.  

    A favor: Vincent Lindon: el rostro del naufragio social occidental.

    En contra: le sobran subrayados, didacticismo y politiqueos.

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