Un desahogo de papás siendo irresponsables.
A veces, encontrar lo que persigues te lleva a dejar de desearlo, a apreciar lo que tienes, a valorar lo logrado; porque se pierde la identidad cuando estás en pareja, porque desaparece el uno en favor de la otra persona, porque no se trata de lo que se quiere sino de lo que quiere esa otra parte de un dueto, que aporta tanta felicidad como agobio, alegría como asfixia, comodidad como opresión amarga.
Cuando necesitas esa velada en solitario, donde dejar de pensar en los demás a tu cargo y ser sólo la que eras, la que tanto echas de menos al estar siempre en compañía, una paz y espacio de decidir lo que apetece sin más compromiso que disfrutarlo; porque estás en ese punto donde necesitas volver a ser tu misma, recuperar la ilusión, volver a tener entusiasmo, ganas de lo mundano para dejar de soñar con un espiritual anhelo que carcome y hace daño por dentro, a una alma cansada de la rutina, agobiada de responsabilidades, harta de ser la jefa que lleva la batuta y siempre interpreta el papel de mala, por tener a su cometido la sensatez y la obligación de las tareas.
Adultos jugando a ser solteros de nuevo, durante breve rato, padres que necesitan recordar su nombre en singular para hallar lo buscado y descubrir qué se pretende, toda una noche de búsqueda que recuerda la conveniencia, deber y placer de estar -o no- juntos y querer seguir estándolo.
Unidad o parte separada, un guión de Joe Swanberg que centra su obsesión en esa posibilidad de libertad de unas horas para soltar la soja del compromiso y descubrir qué se prefiere; armonioso Rosemarie Dewitt y Jake johnson como matrimonio que necesita un mutuo respiro para echar en falta esas imperfecciones, cargantes y desquiciadas, que tanto pueden dañar una relación, llenarla de mal rollo y ausencia de verdadera comunicación.
Es sencilla, agradable y se disfruta con sintonía imprevista, no pretende lucir falsedad alguna, opta por la sinceridad de dos que vuelven a ser uno momentáneamente, en un prestado lugar de descanso donde salen a la luz las desavenencias mutuas sobre la linea en común elegida, esos decididos papeles cuya interpretación asfixia y distancian uno del otro para que la cabezonería, el misterio, el empeño y la duda den paso al amor que en su día les posibilitó.
“Creo que conozco gente que es feliz”, ellos no lo pretenden, se conforman con lo construido pero incluso esa aligerada dicha, puede ser potente y suficiente, para almas encajadas que se combinan con la suerte de entenderse y gustar el resultado en común.
Ágil, amable y sin rumbo pretendido logra que en su distendido tiempo se diga todo por lo bajito, sin excesivo ruido pero con contundencia notable, se disfruta su acción calmada, de andadura sin trecho ni dirección, pero que llega a grato puerto; con humildad, banalidad y tropiezo ofrece esa consistencia de afirmar lo que se sabía, pero había sido desvalorado hasta olvidar su importancia.
Historia sobre la pareja, la confianza y la seguridad del contrato adquirido; juegan a ser niños para descubrir que les gusta ser adultos, siempre que puedan ocasionalmente ser irresponsables, sin graves consecuencias de ello.
Pensar en ti para averiguar que tu pensamiento lo ocupa la otra persona, poner en peligro lo poseído para volver a protegerlo; conjunto de nimiedades que dicen mucho sin pretenderlo.
Cavando en busca de fuego, para apagarlo una vez hallado.
Lo mejor; el sosiego y tranquilidad de decidir lo que se desea.
Lo peor; su densidad es tenue, breve y corta, se requiere más de ella.
Nota 6,2
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