Retromanía
por Paula Arantzazu RuizMad Max, John Carpenter, Los bicivoladores, Indiana Jones y así hasta hartarse: en Turbo Kid, Anouk Whissell, François Simard y Yoann-Karl Whissell han alargado su cortometraje T is for Turbo, uno de los finalistas del compendio The ABC's of Death (2011), para dar rienda suelta al catálogo de referencias molonas e ineludibles del cine ochentero de videoclub y sesión sabatina de tarde. Turbo Kid, por si no quedaran dudas, es un pastiche absoluto, saturado de hemoglobina e hiperbólico que disfruta sin complejos de su condición posmoderna y nostálgica y que vuelve a poner en escena la retromanía que golpea hasta el paroxismo al cine contemporáneo y en concreto al de género. ¿Augura la película de Whissell, Simar y Whissell el final de este ciclo retro que estamos viendo en nuestras pantallas? Aunque Turbo Kid sea un ejemplo paradigmático de esta tendencia, todo parece indicar que aún queda mucho horizonte retro por delante.
La trama de Turbo Kid se ciñe a lo planteado por Mad Max (un futuro postapocalíptico, que en este caso es el pasado, 1997, en el que el agua es un bien preciado y el territorio está gobernado por señores de la guerra) y pronto va añadiendo una miríada de guiños y referencias para ir construyendo un relato a medio camino del cuento de iniciación adolescente y la fantasía gore. El protagonista, que responde al escueto nombre de Kid, se viste asimismo de héroe de su cómic favorito para vencer a los malvados, en un gesto con el que cualquier espectador puede identificarse al cien por cien. ¿O es que no hemos imaginado alguna vez que nos adentrábamos en nuestras viñetas preferidas para vivir lo que vivían los personajes que admirábamos? En última instancia, la cinta del trío de directores no es más que un juguete desde el cuál ponen en escena una nostalgia fetichista que atrapa como un agujero negro. El futuro es el ayer y es probable que los defensores de esta máxima tengan mucha razón.
A favor: La banda sonora de Le Matos.
En contra: Los altibajos narrativos de la historia. La lluvia de vísceras y sangre no justifica tanto rodeo en la trama.