"Miss Hokusai" es un largometraje del estudio japonés Production I.G. (Ghost In The Shell, Jin-Roh, Giovanni's Island...) dirigido por Keiichi Hara (El Verano de Coo, Colorful..) a partir de un guión de Miho Maruo (Colorful, The Dog of Flanders, Kodocha), que obtuvo en el Festival de Annecy de este año el Premio de la Crítica.
Adaptando el manga Sarusuberi escrito e ilustrado por Hinako Sugiura, la película gira en torno a O-Ei, una mujer que vivió hacia el final del período Edo de Japón y que, a pesar de su increíble talento para la pintura, estuvo siempre bajo la sombra de su padre, el famoso Tetsuzo Hokusai (creador de "La Gran Ola de Kanagawa"), con quien realizó en solitario o a cuatro manos algunas de las pinturas más célebres. La historia parte de 1814 en Edo (el actual Tokyo), donde el sarcástico y despreocupado Tetsuzo Hokusai, ya en sus cincuenta y ampliamente reconocido por su talento, recibe encargos procedentes de clientes de todo Japón y los ejecuta en su caótico estudio-hogar con la ayuda de su tercera hija O-Ei, que entonces tiene 23 años y ha heredado de su padre su tozudez y su talento, y que en ocasiones realiza los trabajos en lugar de su padre, aunque sin recibir ningún crédito por ello. Mientras que el talento de Tetsuzo llegaría a ser reconocido décadas después en Europa (bajo el nombre de Katsushika Hokusai), situándose al nivel de otros reconocidos maestros del arte, todavía hoy pocos conocen la existencia de la mujer que le ayudó y que contribuyó enormemente en su obra.
Desarrollada mediante animación 2D y la utilización de algún elemento en 3D en los fondos, la película desarrolla un tramo en la vida de O-Ei Hokusai cuya narración trata no tanto de seguir un típico arco argumental sino de trazar - a mi modo de ver de manera satisfactoria y huyendo del típico biopic - dentro de las dimensiones limitadas del metraje, la personalidad y el talento de la protagonista y su papel en la obra del reconocido pintor japonés mediante la exposición de ciertos momentos de esa época: O-Ei se nos aparece como una joven talentuosa, capaz de emular la obra de su padre, de carácter independiente, pero también maternal y protectora (sobre todo respecto de su hermana pequeña, a la que se ve en la obligación de atender ante el carácter despreocupado de su padre, como debe atender las obras inacabadas de su progenitor) y también tímida respecto a las relaciones con el sexo contrario. Poco más se sabe de una mujer que a pesar de su talento estuvo a la sombra de su padre, y que desapareció de escena al poco tiempo de morir aquél. Al mismo tiempo, la película hace un bellísimo retrato de la vida en el Japón de la época, concretamente en la bulliciosa ciudad que después sería Tokyo, marcada por el ir y venir de artistas, comerciantes y cortesanos, por su espiritualidad y sus supersticiones y también por el declive de los samurais.
Con un dibujo y un diseño de personajes que se encuadran en la característica línea clara y estilizada del dibujo animado japonés (de la que precisamente se considera a Hokusai uno de los padres), la animación se desenvuelve de forma diáfana - aunque sin llegar a los niveles de riqueza de las producciones Ghibli - y también delicadamente, para narrar a veces con humor y principalmente con un sentido aire poético la historia de la mujer artista, todavía hoy envuelta en misterio, al tiempo que rinde un respetado homenaje gráfico a los artistas de las ukiyo-e, las estampas japonesas. Y curiosamente no desentona en la atmósfera poética de la narración la rockera banda sonora, dirigida por Harumi Fuuki, que con acierto imprime ritmo a la historia y reafirma el carácter independiente y hasta cierto punto rebelde que destacaba en la personalidad de O-Ei y hasta de su padre.
Una recomendable película.