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    María (Y Los Demás)
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    María (Y Los Demás)

    Todos queremos lo mejor para María

    por Violeta Kovacsics

    Cuando María y los demás van a la playa, es el hermano quien pone crema en la espalda de María. El embadurnarse las manos para luego proteger la espalda ajena es un detalle, un gesto aparentemente inocuo. Y, sin embargo, tiene su pequeña carga simbólica. Es un gesto que tiene que ver con estar acompañado. Alguien tiene que ponernos crema en la espalda. No podemos ponérnosla solos. A María, es su hermano (uno de esos “demás” a los que alude el título de la película) quien le unta la espalda de crema; pero, en general, María no se siente acompañada. Más bien, los demás le molestan. Le molesta su padre, que se va a volver a casar, y que ha decidido no tomar partido en la guerra entre su hija y su futura esposa. Le molesta su hermano holgazán, y el otro, que vive lejos y que regresa puntualmente para llevarse todos los méritos. Su entorno insiste en preguntar a María sobre su vida amorosa, y ella combate la soltería viéndose con un hombre que no la trata muy bien (de ella, él destaca sus mamadas y sus desayunos). Además, María lleva tiempo preparando una novela, se siente atrapada en su trabajo en una librería y, para colmo, debe presentar a una chiquilla de apenas veintitantos años que, enfundada en un vestidito pop, ha escrito un exitoso libro.

    En verdad, lo que le pasa a María es que atraviesa una crisis, similar a la de la protagonista de El porvenir, de Mia Hansen Love. Aquella mujer que, en la madurez, debía aprender a tomar las riendas de su vida estaba interpretada por Isabelle Huppert. Aquí, María, que también debe emprender un trayecto para comprender que lo mejor para una no depende de los demás, tiene los rasgos de Bárbara Lennie. En el plano que abre la película, vemos a María con el rostro tapado por unas ramas. La cara, tapada: escondiendo así la identidad de un personaje que deberá encontrarse a sí mismo.

    Como el cine de Mia Hansen Love, la ópera prima de Nely Reguera se construye sobre la distancia que plantea constantemente entre los personajes y la cámara. Sobre la distancia entre el drama y la comedia. Sobre la distancia entre la protagonista y una amiga que le acaba de anunciar que será mamá: ante la felicidad ajena, María se muestra distante, porque no atraviesa precisamente un momento que le permita mostrar especial... generosidad.

    Reguera ha firmado una película tremendamente cómica, inteligente, crítica, atinada en su retrato de una realidad inmediata y concreta (ser mujer soltera en la treintena, en este occidente del XXI, en que tenemos mucho y a la vez tan poco). María y las demás tiene algo de La boda de mi mejor amiga, un gusto exacerbado por la comicidad, aunque Bárbara Lennie no tenga la capacidad para el humor físico de Kristen Wiig y se apoye en gestos mínimos. A la vez, abre una vía menos sumisa a los valores tradicionales. Aquí, como en el filme de Mia Hansen Love, la protagonista es dueña, última, de su porvenir.

    A favor: La capacidad de la directora y de sus actores de capturar, con humor y sentido crítico, una realidad tan tangible como emocional.

    En contra: El vestido de una escritora que nació en 1990.

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