Detrás de Enzo Ferrari
por Sara HerediaFerrari, firmada por Michael Mann, podría haber sido una película de acción adrenalítica. Podría haber optado por aprovechar la emoción natural de la Fórmula 1 y haber contado la historia del fundador de la escudería a través del rugido de los motores. Pero se ha ido al lado contrario. En su nueva cinta, el director prefiere adentrarse en la faceta más personal de Enzo Ferrari y dejar que sean las mujeres de su vida las que cuenten cómo era en la vida real.
Es, por tanto, una película más de personajes que de acción. El gran valor del filme está en las interpretaciones de Adam Driver y Penélope Cruz. Son ellos los que sostienen y elevan un guion que, en algunas partes, peca de lento, aburrido y algo confuso. Los dos actores le dan una integridad a la historia que se come por completo el libreto de Troy Kennedy Martin. Cruz, estoica como solo ella sabe. Driver, mimetizado en la piel de un personaje delicado.
Mann llevaba 30 años intentando hacer realidad esta producción. Tres décadas en las que ha tenido tiempo de conocer a fondo a Enzo Ferrari, tanto en su faceta más pública -la parte más carismática- como en sus trapos sucios. Y podríamos decir que se nota en cada secuencia.
Es un trabajo minucioso contado a través de detalles. Esa conversación en la peluquería, la discusión con los trabajadores, un corillo con la prensa, las manías al salir de casa... Mann acierta al acercarse a Ferrari desde las pequeñas cosas y, sobre todo, al abarcar únicamente unos años de la historia del empresario en lugar de intentar resumir los 90 años que estuvo con vida.