Algunos cuentos portugueses
por Quim CasasLa relación de la última, original y generosa película del cineasta portugués Miguel Gomes –divididas en tres partes de más de dos horas cada una, en total 381 minutos de mentraje– con el clásico Las mil y una noches se limita al nombre de uno de sus personajes, Sherezade, y a su estructura. Como en la celebrada recopilación en lengua árabe de cuentos tradicionales de Oriente Medio, se trata de una bella mujer que relata una serie de cuentos que nacen más o menos el uno del otro, o tienen personajes que aparecen de forma secundaria en uno para protagonizar el posterior. Pero en el film del director de Tabú no asistimos a relatos maravillosos de príncipes y ladrones, de amantes y amados, poemas, historias de aventuras y relatos religiosos. Sherezade está ahí, dispuesta a mantener el interés del Rey con sus cuentos, pero esta vez giran en torno a personas del Portugal actual en crisis social, económica y política, la dictadura de la troika y el fracaso de las políticas de austeridad, todo ello a partir de hechos ocurridos en el país luso entre el verano de 2013 y el de 2014.
Involucrándose irónicamente en primera persona, Gomes aparece al inicio, cuando aún no se sabe exactamente que dirección va a tomar la película, encarnándose a sí mismo, un cineasta que quiere contar la realidad portuguesa. Pero el director no encuentra sentido a las ficciones que está ideando, por lo que huye como un cobarde y acaba medio enterrado en la arena con dos miembros de su equipo, justificándose mediante la cita de un párrafo de la ley portuguesa de cine. Las cartas sobre la mesa: estamos entrando en un film donde todo es posible y aceptado, de la ficción al documento, ya que en este prefacio asistimos igualmente a los conflictos que se viven en los astilleros navales y los problemas de un grupo de exterminadores de avispas.
La primera parte de la trilogía, subtitulada El inquieto –la segunda pertenece a El desolado, y la tercera a El embelesado–, relata tres historias, y la última de ellas, la más arrebatada –"El baño de los magníficos"–, contada por Sherezade al Rey en la noche 453 de esa larga y literaria relación, contiene a su vez tres microhistorias relatadas oralmente en primera persona por sus propios protagonistas, un hombre que lo dejó todo cuando estaba en lo más alto de su profesión, una pareja sin empleo ni subsidio y un joven depresivo que ha tomado todo tipo de medicamentos. "El baño ce los magníficos" se centra en un profesor de natación y sindicalista cardíaco que aparece fugazmente en el primer cuento, y contiene algunas de las imágenes más poderosas del film, en esa ecuación entre realismo y fantasía que maneja tan bien Gomes: el hospital subterráneo y de color rojo repleto de peces y pulpos muertos, la ballena varada en la playa que explota en pedazos, la sirena agonizante en la arena…
El primer relato presenta una reunión entre políticos, representantes sindicales y las fuerzas vivas de la troika: una especie de mago o chamán africano les da un spray que aumenta considerablemente, cual viagra de las 1001 noches, una permanente erección. El segundo, titulada "La historia del gallo y el fuego", mezcla el proceso electoral en una pequeña localidad, los amores de una joven bombera y la sabiduría ancestral de los gallos: los cuentos empiezan de un modo pero son libres, como toda esta magnífica película, para seguir otros y maravillosos caminos sin perder de vista la realidad portuguesa del momento. Como le ocurría al Rey en las historias originales, el espectador que entre en el juego propuesto por Gomes va a esperar ansioso la explicación y consumación de nuevos cuentos, de las otras películas.
A favor: la forma que tiene Gomes de combinar realidad social y fantasía, la estructura de Las mil y una noches original para tratar la realidad del Portugal actual.
En contra: poco se le puede reprochar a una propuesta tan libre, quizá solo su arranque no definido del todo.