Hacer algo horrible, pensando que es lo correcto.
Una nómada del mundo, itinerante despreocupada que ni es ni quiere pertenecer a lugar alguno, sólo vivir libre, ligera, a lo que surja, sin ataduras ni compromisos, mucho menos sentimientos que te aferren a una posible persona, pues “todos moriremos”, todos tarde o temprano defraudan y te abandonan, sin ni siquiera molestarse en despedirse.
Madurez de edad, aún no alcanzada anímicamente, para una joven caótica, irresponsable e impulsiva, que actúa sin molestarse en pensar, que arrastra sus propios conflictos emocionales; la mentira es su supervivencia, no tiene plan a la vista, excepto el de viajar, divagar, tumbarse en la hierba y soñar que no existe la gravedad y que puedes flotar.
Pero, de ser así, ¿te dejarías llevar al espacio, o te aferrarías a la rama de un árbol para seguir anclada en la tierra?, porque manifiesta no necesitar a nadie, pero desea un hogar al que poder regresar, porque proclama es mejor no ser necesitada, pero corre a la protección de un inocente bebé cuando éste se cruza accidentalmente en su camino; vende palabras cuyos hechos no concuerdan, pues van en dirección opuesta, con ese suficiente espacio que permite conocerla en su momento más vulnerable y honesto, para llegar a apreciarla una vez retirada la protección equipada con la que siempre cuenta.
“¿Cuál es el punto?”, ninguno, circula atropelladamente según se dan los hechos, únicamente reconoces la buena voluntad y fe de fondo, que se ve enturbiada por la barbarie y estropicio de sus actos; hijos que pagan la desilusión de las madres, mujeres que tienen bebés por razones equivocadas, experiencias que se sufren y marcan para evitar seguir misma estela, sólo que la alternancia independiente y solitaria tampoco es buena.
Ellen Page acapara, de forma sincera y emotiva, la excursión frenética por su vida, observarla es un desmadre de incomprensión que te mantiene atenta a su siguiente locura, a ese imprevisto ligazón de una necesitada personita por la que se desvive, ocupa e inquieta sin esfuerzo emotivo, con la naturalidad de un corazón dañado, que quiere proteger a otra criatura de sentir y pasar por lo mismo.
Sian Heder rueda una cinta de sentimientos y ternura oprimida, de decepciones e ira reprimida, de anhelos y esperanzas perdidas, una impulsiva decisión, que no tiene marcha atrás, pero cuya conducción hacia delante es aún peor que su posible retroceso culpable; es grata y perpleja, rezuma desasosiego y alteración por todas sus partes, impresiones vivas y sentidas de una sin techo, que se cruza con una madre alcohólica, mientras recurre a otra, abandonada por su marido recién salido del armario, y por un hijo harta de su agobiante compañía.
Convivencia forzada para personajes antagónicos en un cine, de sobremesa, con conocidas caras para los papeles importantes, ese cliché tópico de almas opuestas, cuyo roce fortuito cambiará la vida de ambas, llevado con la solidez y entereza de las absorbentes actrices que lo representan, unas intuitivas Allison Janney y Uzo Aduba, más la ya referenciada.
Drama humano, con ironía ocurrente en sus frescos diálogos, como clave para combinarlo con esa negrura cómica que la adoba y abraza con mañoso resultado; es común en su base, pero se destapa y sobresale por la espléndida actuación de sus intérpretes, por la complicidad entre ellas y por ese torrente de sensaciones, de desvelo e interés por el cuidado, no sólo del bebé, sino de los adultos implicados.
Guión corriente, que mantiene elevada su andadura gracias a la fuerza y tenacidad de quienes lo leen y expresan; gusta sin esfuerzo, te envuelve sin receso, óptimo y dinámico pasatiempo de personas que hacen lo que pueden, que erran, rectifican, lamentan y perdonan, pues todos somos humanos/todos podemos ser horribles.
Tallulah Bankhead, “si volviera a nacer cometería los mismos fallos, sólo que antes”; no es el caso de esta Tallulah, Lu sólo pretende la rebeldía y atrevimiento de enviarlo todo a la porra, aunque después se juegue su libertad por defender a una niña desvalida..., ¡incongruencias de la chica!
Lo mejor; las actrices que dan vida y carácter al guión.
Lo peor; el manuscrito piensa limitadamente, sin exceder su clásico.
Nota 5,6