"Swiss Army Man" ( mejor director drama en el festival de Sundance 2016) de Dan Kwan y Daniel Scheinert explica las experiencias de un náufrago en una isla desierta con un fiambre. Antes de meterte de lleno en la trama ya te puedes imaginar la peli "Náufrado" de Robert Zemeckis donde un Tom Hanks pasaba infinidad del metraje ideándoselas para pedir auxilio y mantenerse superviviente con los medios que tenía ante las adversidades de la isla. Allí establecía una relación estrecha con una pelota dibujada, con su propia sangre después de algunas de sus batallas, la cara y sus facciones. Ahora, el compañero es un muerto que han traído las olas. El solitario, Paul Dano, ( que siempre le toca vérsela con papeles desagradables: escritor coldado que se enamora de su personaje de la ficción en "Ruby Sparks" de Jonathan Dayton; acusado de secuestrador en "Prisioneros" de Denis Villeneuve; acosador de esclavos negros en "12 años de esclavitud" de Steve McQueen ) se las tiene que ver con un compañero muy especial, Daniel Radcliffe, el cual mantiene su careto siempre identificado como Harry Potter. Ante tal situación, experimentará sensaciones especiales y le hará de compañía muy particular, pues le sirve de amigo, de compañero para contarle sus neuras. Su delirante situación convertirá al muerto en un vivo más.
El náufrago está solitario en una isla perdida, no sabemos nada de él, solo que quiere quitarse la vida y ya tiene echada la soga al cuello justo en el momento en que aparece delante de sus ojos un muerto en la orilla de la playas. La película arranca abruptamente sin mayores conocimientos ni de naufragio ni de las vidas de los protagonistas.
A partir de aquí se establece un diálogo y una relación entre los dos que imaginamos es fruto de una persona ida y fuera de sí. Bajo esa situación de ansiedades abren diálogos entre vivo y muerte: la existencia, la vida, el sexo, los recuerdos. El muerto y los restos de cosas de naufragios ( eso nos imaginamos nosotros) que encuentra en su camino son las únicas pertenencias en que se entretienen.
Se abre una relación estrecha entre ellos y se comentan sus vidas, sus deseos, sus penas y sus alegrías. Hablan del mundo de donde vienen y la infancia que tuvieron que nada tiene que ver con la actualidad y ahora, perdidos en una isla desierta, tal vez rememoren recuerdos de la infancia sin Internet,ni teléfono, ni nada, quizá más libres, más personas. Diálogos calientes frente a una revista de chicas en bikini. Puede que en ciertos momentos busque el "gag" fácil en los pedos constantes del muerto o en una erección galopante de éste, es cierto, pero llenar una historia en una isla supone un reto harto complicado. En definitiva, estamos ante una ilusión o una fantasía de un náufrago o no, frente a la imposibilidad de salvarse. Toda la película está pensada para que creamos que la irrealidad de los acontecimientos se producen por la soledad del personaje y de ahí sus alucinaciones alocadas o por lo menos es lo que nos quiere mostrar el director hasta casi el final de la cinta que, como sucede en muchas ocasiones, da un vuelco la cinta y nos deja boquiabiertos. En fin, nunca unos pedos, un poco abusón del tema, eso sí, fueron tan prácticos.