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    Los casos de Victoria
    Críticas
    3,5
    Buena
    Los casos de Victoria

    Las tribulaciones de una abogada soltera

    por Gerard Casau

    El título original de esta película es “Victoria”, como su protagonista. Para la distribución internacional se ha preferido “In Bed with Victoria”, añadiendo algunos detalles que prometen introducirnos en la intimidad de esta mujer. Por el contrario, en España nos ha llegado como Los casos de Victoria, haciendo foco en el entorno laboral del personaje, abogada de profesión. Tal variedad de acepciones no es gratuita, ya que la comedia dirigida por Justine Triet exagera hasta el absurdo las dificultades para conciliar el trabajo y la vida privada. 

    Victoria es madre de un niño y una niña pequeños. Sin pareja y con la libido por los suelos, busca compañía mediante un speed dating compulsivo y frecuentemente calamitoso, que la deja insatisfecha en todos los sentidos. En el trabajo, las cosas no van mucho mejor: su caso más reciente es defender a su amigo Vincent, acusado por su esposa de clavarle un cuchillo durante la celebración de la boda (¡!). Un asunto peliagudo, sobre todo teniendo en cuenta que los testigos más fiables de los hechos son el dálmata de la pareja (¡¡!!) y un chimpancé con cierta habilidad para hacer selfies (¡¡¡!!!). Redondeando la situación, Victoria tiene instalado en casa a Sam, un extraficante de drogas al que defendió en cierta ocasión y que ahora, reformado, quiere ser el ayudante/becario/niñero (y, finalmente, algo más) de la abogada. Y también tiene que lidiar con su exmarido, que ha hallado el éxito escribiendo un blog que airea mal disimuladamente los deslices personales y profesionales de su antigua pareja. 

    Uno de los aspectos que más llama la atención de Los casos de Victoria es que, pese al cúmulo de situaciones disparatadas que presenta su sinopsis, la película raramente se deja llevar por la locura. Al contrario: Justine Triet prefiere que los personajes lidien con el sinsentido con la resignación de quien sabe que el caos forma parte de su cotidianidad. Un simulacro de normalidad que alcanza su cota de mayor hilaridad en las escenas de juicio que muestran los intentos de hacer testificar a los animales que ha presenciado el desagradable incidente entre Vincent y su pareja, y que ratifican esa ley no escrita según la cual una comedia con animales siempre se apuntará un tanto, sobre todo si en la ecuación entran simios. 

    Para que el peculiar tono de Los casos de Victoria llegue a buen puerto, tan importante es la labor de su directora controlando los ritmos y entradas y salidas tras la cámara, como el anclaje que da la presencia de Virginie Efira. La actriz belga, hasta ahora célebre por comedias románticas más bien discretas, encuentra aquí un personaje que da alas a su talento. Tan atribulada como eficaz a la hora de despachar a sus conatos de amantes, Victoria es el rol más memorable en la filmografía de Efira (al menos, hasta que el año que viene la veamos en la piel de una monja asaltada por visiones libidinosas, en la que será la próxima película de Paul Verhoeven), y hace posible que tanto ella como Triet inscriban su nombre en ese off de la comedia gala por el que también circulan los nombres de Vincent Macaigne o Antonin Peretjatko. 

    A favor: Por fin vemos a Virginie Efira en un papel que le permite darlo todo. 

    En contra: Quizá los aires ensimismados de Vincent Lacoste no estén a la altura de su partenaire.

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