"Metrópolis" es un icónico y monumental film que constituye una de las máximas referencias del cine alemán expresionista y del cine en general, dirigido por el legendario Fritz Lang y protagonizado por Brigitte Helm, Gustav Fröhlich y Alfred Abel. Es el año 2026 y Metrópolis es una urbe en que se puede ver decididamente la tremenda diferencia social de poderosos y el proletariado. Los primeros viven la opulencia mientras que los segundos prácticamente son esclavos en un sistema impuesto por los primeros. Dentro de todo esto, María, una hermosa chica, se dedica a levantar el ánimo de la castigada clase obrera. Sin embargo, el hijo de la máxima autoridad de la ciudad, un muchacho adinerado, se enamora de la muchacha y gracias a ello conocerá la realidad en que vive el proletariado. Con la maligna intención de romper el vínculo entre María y su hijo, el gobernador ordena la construcción de un robot con la apariencia de María pero que induzca a los obreros a sublevarse y así él tener la excusa de reprimirlos violentamente. Basada en la novela de Thea Von Harbou, que posteriormente sería esposa de Fritz Lang, ésta es una historia más compleja de lo que se cree, que si bien, se desarrolla bajo el alero de una temática de ciencia ficción, la cual conlleva un tremendo análisis social sobre la lucha de clases y define en gran parte el manifiesto comunista, la lucha contra el capitalismo y todo su sistema de abusos y desigualdad. Si bien posteriormente, Thea Von Harbou se vería muy cercana al Nazismo, lo cierto es que es Fritz Land el que le otorga el carácter sociopolítico a esta trama. Por todos es sabido que Lang debió exiliarse de Alemania por su tendencia política, regresando ya en los años 50s.
De esta forma, detrás de todo lo monumental que esta obra puede ser, el principal mérito de la cinta es, su naturaleza crítica sobre la sociedad y las complicadas relaciones humanas que la definen. Lang denuncia entonces una suerte de asimliación condescendiente de la realidad, que como decía el filósofo italiano Antonio Gramsci, hace que la misma sociedad considere como "normal" el abuso del capitalismo y la desigualdad respecto a la distribución económica. En otras palabras, que deben haber poderosos y débiles y que sean los poderosos los que decidan el futuro de ambos grupos. Claro que esta premisa se rompe cuando el proletariado se alza contra las clases poderosas y toman revancha. Y eso es lo que ocurre en la trama. Tenemos una historia de amor decorando todo este entuerto con una hija del proletariado que sin embargo, predica una igualdad en forma pacífica y un hijo del gobernador que hasta ese momento vivía en un mundo que ignoraba la realidad de los otros. Entonces, la historia romántica está notablemente influenciada por el concepto social de lucha de clases. El gobernador, por su parte, símbolo del poder y del abuso decide que es hora de que aleja a su hijo de esa realidad que acaba de descubrir y para ello ordena a un científico que diseñe un robot igual a María que la suplante y difame, después de secuestrar a la chica. Lo que busca finalmente el gobernador es tener la excusa perfecta para reprimir violentamente a los obreros que han sido sublevados por la impostora robot.
Si bien, no hay una alusión directa a los medios como canal de difamación, si lo hay a través del engaño, y el aprovechamiento de la ignorancia de los obreros, que siguen más bien sus sentimientos que las intuiciones. En el caos que supone que la sublevación obrera lleve a su propia destrucción (graficado en la inundación de la ciudad subterránea), vemos como la clase capitalista supone que sea la propia clase obrera la que se lleve a si mismo a la destrucción parcial o total. En esa escena, la de la inundación, podemos encontrar esta concepción, a parte de todo el esfuerzo técnico que supone inundar un set con miles de personas desesperadas. No obstante, aunque las visiones políticas, sociales y religiosas de un realizador de películas siempre haya creado polémica e incluso puede herir a quienes tengan una ideología contradictoria, hay que tener en cuenta que es su visión, no la de todos. Y eso no quita que se pueda valorar su forma de dirigir y la estética de su obra de manera positiva, hasta su percepción nos puede servir de objeto de estudio tanto para cine como para Historia y Filosofía. Dejando eso a un lado, ante la suntuosidad de esta obra por encima de algunas creaciones del cine mudo, resulta sorprendente que tanto el director como su esposa de aquel entonces (Thea von Harbou), estuvieran adelantados a su tiempo, proyectando edificios que superan (o superaban) las estructuras urbanas neoyorquinas, tomando "Notre Dame" para el tramo final del hilo argumental y dando vida a una máquina con las características corporales del ser humano, razón (o parte de ella) por la que hoy en día se fabrican robots que no se distancian de nosotros. Una serie de grandes hallazgos son, en efecto, pero aún queda por ver a qué nos llevarán en período tan conflictivo, un período en el que falta la mente racional y espíritu desinteresado.
Sin embargo, la parte técnica del film constituye un ejemplo de las primeras súperproducciones del cine aún mudo, y es que semejante mensaje de crítica social demandaba además un esfuerzo monumental de decorados, que tantas veces han sido copiados y repetidos constantemente a lo largo de la historia del cine, utilización de efectos especiales y la aparición de cerca de 35 mil extras. Ritmo y dirección están muy bien llevados y demuestran a un director que tenía muy claro lo que quería hacer y transmitir. Para la arquitectura, la película sirve como referencia por el conjunto de estilos arquitectónicos que se incluyen durante todo el metraje, y así mismo, la habilidad, el conocimiento y la formación arquitectónica del director, permitió introducir y presentar las corrientes del momento. Es probable que se critique el racionalismo mediante la ciudad uniforme de los obreros, los mismos movimientos y el uso de overoles, característico de las personas del mundo subterráneo. Se logra distinguir la expresión de la arquitectura mediante maquetas, encuadres diagonales, perspectivas forzadas, y una composición mediante luces y sombras. Bajo mi punto de vista, más que una cinta de ciencia ficción, ésta es una obra de crítica social, notablemente bien llevada.
Las actuaciones se ven exageradas, en algunos personajes chirriantes (con todo, es loable el duro trabajo que tenían que realizar estas gentes de los primeros tiempos del cine, cuando su voz no se escuchaba y debían decirlo todo con su cara y su mirada). Especialmente vodevilesca es la interpretación de Gustav Fröhlich como Freder Fredersen. Siendo más contenido Alfred Abel en el papel de John Fredersen. El gran Rudolf Klein-Rogge encarna al doctor Rotwang, el científico loco, con una actuación notable. Mención especial para la cautivadora Brigitte Helm, que realiza un magnífico trabajo en un doble papel (Maria/Maria-robot) que exigía expresividad, candor y arrestos para llevar un incómodo y pesado "traje".
En definitiva, icónico y monumental film, uno de los hitos de la época muda. Es seguramente la película que más ríos de tinta ha hecho correr en temas de conservación y restauración. El cóctel que supone esta suma de maravillas técnicas y arquitectónicas, simbolísmos y contenidos ideológicos, dirección casi enfermiza, brillantez humana e inolvidables planos espacio-temporales constituye sin duda, parte de la memoria del cine, y como tal debemos contemplar la obra de un loco soñador como era Fritz Lang. Un clásico que, pese a la pátina del tiempo, no se desluce y sigue brillando con luz propia.
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