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Publicada el 3 de febrero de 2025
"El Nombre De La Rosa" es un extraordinario thriller medieval, dirigido por Jean-Jacques Annaud y protagonizado por Sean Connery, F. Murray Abraham y Christian Slater. Tras el éxito de la superproducción franco-canadiense "La Guerre Du Feu" (1981), el director Jean-Jacques Annaud se embarca en una nueva travesía cinematográfica al decidir adaptar la inmortal y grandiosa novela "Il Nome Della Rosa" (1980) del escritor y filósofo Umberto Eco, bestseller ganador de múltiples galardones entre ellos, el Premio Strega (1981) y el Premio Médicis Extranjero (1982). Una misión, por lo demás, tan compleja como pretenciosa de ser llevada a cabo, pero que terminaría en buen puerto con la colaboración de las productoras Neue Constantin Film France 3 (Francia), Les Filmes De Ariane Cristaldi Film y RAI (Italia), y Constantine (Alemania Occiental). A menudo, los críticos y especialistas de cine señalan que Annaud es un verdadero "suicida artístico", por su tendencia a embarcarse en proyecto complejos en donde los riesgos y el tiempo pasan a ser enemigos implacables. Basta con señalar que el proceso de pre-producción del film duró 5 años (1981-1985). Uno de los desafíos más grandes del film, y que a la postre sería uno de sus principales fuertes, fue la redacción del guión, a cargo de Abdrew Birkin, Gérard Brach, Howard Franklin y Alan Godard. Y aquí resulta pertinente detenerse un tanto en la novela de Eco para entender ciertas decisiones sobre suavizar (o mutilar, según como se vea) excluir la esencia filosófica y teológica del argumento desarrollado por el legendario ensayista y novelista italiano.

Como sabemos, "Il Nome Della Rosa" (1980) es una novela policíaca que narra la investigación de un monje medieval y su discípulo sobre unos abominables crímenes en una abadía, sin embargo, está lejos de ser un mero relato de misterio en una época oscura. Así e inspirado en el histórico monje franciscano y pensador inglés William de Ockham (1288-1349) y su defensa de esta doctrina ante el Papado y la Orden Domínica, Eco presentaría no sólo a un avesado y brillante William de Baskerville en tanto "detective medieval" en busca de un asesino tanto o más brillante que él, sino también una irreconciliable lucha ideológica en el interior de la Iglesia Católica, con la Orden Franciscana representada por William defendiendo esta doctrina y practicándola y el Papado y la Orden Domínica contradiciéndola y condenándola como un pensamiento herético, que atentaba directamente con la supuesta autorización divina a la Iglesia de ostentar riqueza, en tanto heredera "legítima" de Cristo. Sin embargo, en el relato, Eco además deja entrever que hay otros intereses, en este caso, imperiales en la disputa con el Papado. Así, esta polémica y otras que tienen que ver con el papel de la risa y "la lujuria de intelecto" como el mismo Eco llama en su novela, serán introducidas con verdaderos monólogos y diálogos que hacen gala de la compleja estructura argumentativa de la Escolástica Medieval.

Los guionistas, no obstante, lejos de dejarse llevar por lo más fácil que hubiese sido centrar la historia casi exclusivamente en el misterio de los asesinatos en la abadía (que para efectos prácticos hubiese sido la tendencia) otorgan la misma importancia a estas polémicas filosóficas, haciéndolas totalmente dinámicas y complementarias al trasfondo del asesino medieval. De esta forma, con diálogos sencillos e inteligentes, el espectador siempre tendrá claro que las cuestiones filosóficas acerca de la pobreza, el conocimiento, la lujuría, la risa y el ejercicio del terror psicológico como forma de dominación son elementos trascendentales para no sólo comprender el misterio de la abadía, sino también la psique del hombre del Medievo. Vale la pena detenerse en las escenas en que magistralmente Annaud da cuenta de las cuestiones filosóficas claves para Eco en el film. En primer lugar, el trasfondo religioso de la disputa sobre la doctrina de la pobreza de la Orden Franciscana. La investigación sobre la muerte del monje benedictino transcurre en la víspera del encuentro entre la Delegación Papal y la recién fundada Orden Franciscana encabezada por Michele da Cesena, y no resultará extraño que al abad benedictino haya llamado al monje franciscano William de Baskerville a visitar la abadía, ex inquisidor, para presionarlo de alguna forma por el debate filosófico, que tiene a la Iglesia Católica prácticamente declarando hereje y apóstata al segmento franciscano conocido como "los espirituales". La escena en la que el fanático monje domínico e inquisidor Bernardo Pui contrarea a William de Baskerville en el juicio contra el monje Remigio da Varagine y lo obliga a pronunciarse ante la acusación al "espiritual", refleja una lucha ideológica brutal que encontrará desempate en aquellos que se alinien a los intereses del Papado. La Iglesia, hasta ese momento, tiene el descaro de no preocuparse por ostentar y vanagloriarse de la riqueza, aunque la miseria esté en la vereda de en frente.

En segundo lugar, el notable diálogo entre William de Baskerville y Jorge de Burgos acerca del efecto malicioso de la risa en el hombre, en el que el octagenario monje no vidente reflexiona sobre el apocalíptico escenario que supondría que el legendario libro "Poética" de Aristóteles fuese conocido. Sin ninguno tapujo, Burgos advierte que este libro y otros de ese tipo pueden incitar a los hombres a perder el miedo al infierno y en tal caso no necesitar de Dios, y en consecuencia, a la Iglesia Católica. Y aunque William le recuerde a Jorge que la risa ha sido utilizada para reírse de los infieles, para éste último no es sinónimo de otra cosa que no sea el pecado. En tercer lugar, está la lucha por el poder político de la época. En el film e históricamente, el emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Ludovico IV de Baviera (1282-1347) y el papa Juan XXII (1244-1334), segundo papa del Pontificado de Aviñón, mantenían una áspera disputa por la hegemonía política de Europa. Juan no había reconocido a Ludovico como emperador del Sacro Imperio y éste en respuesta había nombrado al antipapa Nicolas V (1260-1333) en 1327, siendo excomulgado por Juan, quien además denunciaba al emperador como protector de herejes, entre ellos William de Baskerville y Michele da Cesena. Por lo tanto, el apoyo del emperador a la causa de "los espirituales" también tenía como objetivo cuestionar la autoridad papal con la excusa de atacar su repugnante y lujurioso estilo de vida.

Cuarto lugar, el film no tiene empachos en denunciar los poderes fácticos de la Iglesia Católica y toda su inmundicia, su manipulación ideológica por medio del terror psicológico, su monumental hipocresía y su brutal aprovechamiento económico y espiritual a costa de las masas ignorantes y controladas. El film también ofrece una perspectiva bastante realista y cruda del poder e influjo de la Inquisición, representada brutal y genuinamente por el personaje del histórico inquisidor domínico Bernardo Pui (1261-1331), un tipo fanático y enfermo que encontró en la Inquisición un motivo más para liberar sus instintos perversos. Son pocos los films que se han atrevido a mostrar sin tapujos el abuso de la Inquisición, como la escena del juicio a Remigio da Varagine y su ejecución en la hoguera sin caer en el desprestigio artístico por su calidad, entre las que podemos nombrar la checoslovaca "Kladivo Na carodejnice" (1970) de Otakar Várvra y la alemana "Hexen Bis Aufs Blut Gequält" (1970) de Michael Armstrong, pero sin duda que "Der Name Der Rose" (1986) destacará por su brillantez técnica, como veremos más adelante. En quinto lugar, un elemento que se reflejará especialmente en la recreación social de aquellos tiempos, la tensa relación de la Iglesia no sólo con los poderosos nobles, más aún con las clases más bajas. Aparte de tratarlos como descerebrados y controlar los aspectos más elementales de su existencia, como el miedo crónico al diablo y al infierno, sus pocas pertenencias y su vida sexual, los grupos más bajos de la jerarquía social están en un constante y creciente estado de excitación y rechazo por el abuso, que la escena del escape de Bernardo Pui de seguro pudo haberse dado realmente en aquellos tiempos.

Finalmente, y en sexto lugar, la propia hipocresía y mutilación intelectual de la Iglesia con sus propios miembros. El film es generoso en varios ejemplos visuales, cuando nos muestran monjes seducidos por la autosatisfacción sexual; la lujuria homosexual; la lujuria intelectual (que insisto, señala Eco); la imposición ideológica brutal de los más fanáticos y ancianos, supuestamente más sabios, por sobre los más jóvenes; los intentos de éstos últimos por acceder a ese conocimiento prohibido y mortal (literalmente, como veremos con los libros) y ese comportamiento antinaturalmente humano que es renunciar a tener una familia y autoflagelarse ante la irrupción de pensamientos "pecaminosos" y lujuriosos en un lugar "santo" en donde no hay otro objetivo y razón de existir que cultivar y controlar el conocimiento para "llegar" a Dios. Una de las escenas más emblemáticas de este aspecto y de la película completa es la aquella en la que Adso pierde la virginidad con la campesina en medio de un destartalado granero, en medio de paja y cerdos. Otro de los elementos brillantes del film es su atmósfera. Existen pocas películas ambientadas en la óscura Edad Media que logren conmover, incomodar y sensibilizar al espectador sobre aquellos difíciles y miserables tiempos, a la postre, la oscuridad más negra del oscurantismo medieval. El espectador puede sentir en su propia piel la mugre y la peste de la pobreza más extrema y el contraste más brutal de las clases sociales jerarquizadas, incluso dentro de la estructura eclesiástica, constituyendo una de las críticas visuales y explícitas más contundentes que ha hecho el cine a este período en que Iglesia Católica ejercía su poder más hipócrita, cruel e inmundo. Esta realidad, por ejemplo, es palpable en el vestuario, reflejando la pobreza de las aldeas aledañas a la abadía, la opulencia del Papado y el Arzobispado y la vida privada de lujos que los monjes pretendían seguir.

Y para ello Annaud se hizo rodear de un notable equipo técnico, encabezado por el diseñador de producción Dante Ferreti ("The Aviator", 2004), la diseñora de vestuario Gabriella Pescucci ("The Age Of Innocence", 1993) y el legendario fotógrafo Tonino Delli Colli ("Il Buono, Il Brutto, Il Cattivo", 1966). Las escenas iniciales de William y Adso llegando a la misteriosa abadía ubicada en ese imposible enclave, la continua exposición de elementos climáticos hóstiles (niebla, nieve y un frío quebrantador) y la miseria en los exteriores de la abadía, con los estratos sociales más pobres recogiendo la basura y pudredumbre de esa abadía severa e inaccesible, para alimentarse, son brutales y reflejan la maestría de estos tres profesionales por recrear postales de un realismo que realmente conmueven. Annaud y su equipo técnico recrearían el imponente edificio monical construyendo uno de los decorados más grandes desarrollados en Europa desde la filmación de "Cleopatra" (1963), en las afueras de Roma. Además, se recreó el espectacular y angustioso laberinto de escaleras que da hacia la biblioteca escondida de la abadía en base a maquetas y técnicas a distancia/escala que le confirieron un realismo destacable, en especial en las escenas en que William y Adso intentan llegar a la biblioteca y más aún en la escena en que logran escapar de la biblioteca en llamas, tras la trampa de Jorge de Burgos. Cabe señalar que la angustiosa escena del incendio casi cobró la vida de Sean Connery (William de Baskerville) y el veterano actor Feodor Chaliapin (Jorge de Burgos), el primero cuando se prendió su hábito de monje y el segundo cuando una viga casi le cayó en la cabeza.

Para los interiores de la abadía y la recreación de las actividades cotidianas de los monjes benedictinos, se utilizó la Abadía de Eberbach en Alemania, fundada en el siglo XII por San Bernado de Claraval (1090-1153), en donde podemos ver a los monjes cocinando, limpiando, tomando un baño, orando, estudiando y copiando manuscritos, así como los pisos subterráneos de un restaurante italiano en Roma que sirvieron para las escenas en que se lleva a cabo el juicio de Remigio da Varagine, Salvatore y la campesina. También conviene señalar que todos los manuscritos que aparecen en la película fueron efectivamente elaborados por expertos, teniendo algunos de ellos un tiempo de realización de casi un año. Otro elemento a todas luces destacable es la música, compuesta por el notable y malogrado músico estadounidense, ganador del Oscar, James Horner ("Braveheart", 1995). En una de las partituras más conmovedoras que he escuchado, los acordes de Horner permiten que cada escena fluya con la intensidad y el realismo que debieran, destacando la solemnidad de los cantos gregorianos de "Beata viscera" y "Kyrie", el dramatismo de "Traicionado" y la conmoción de "Epilogue". Cabe señalar que aunque no utilizó instrumentales musicales medievales, Horner logró un trabajo muy sofisticado y pertinente a través de instrumentos clásicos y sintetizadores.

Las actuaciones son excelentes, Sean Connery nunca fue el favorito del director para interpretar a William de Baskerville, quien contempló para el papel a Jack Nicholson, Michael Caine, Ian McKellen, Marlon Brando, Paul Newman, Donald Sutherland y Robert De Niro, éste último su mejor candidato, que curiosamente declinó porque no se incluyó en el guión (por petición suya), una escena de enfrentamiento a espadas entre Baskerville y Pui. Además, habría que agregar que la Columbia Pictures se negó a financiar el film por considerar a Connery un actor anti-taquilla. Finalmente, Annaud apostaría por Connery, quien respondería con una impecable interpretación, criminalista e investigador, intelectual empírico, de profundo razonamiento analítico y creativo, un hombre sensato, compasivo y sabio, evidentemente inspirado en William de Ockham y Roger Bacon, en una de sus mejores interpretaciones y que lo llevaría a obtener el Premio BAFTA al mejor actor. El principal antagonista de William de Baskerville es el fanático inquisidor francés Bernardo Pui, interpretado por el brillante actor, ganador del Oscar, F. Murray Abraham ("Amadeus", 1984). A pesar de que aparecerá en pantalla más bien en la segunda mitad del film, cuando se realice en juicio a los acusados de herejía, Murray Abraham encarnará a un irascible e intolerante monje, símbolo de la oscuridad del fanatismo y abuso y represión de la Iglesia Católica y su brazo judicial, la infame Inquisición.

Un jovensísimo Christian Slater ("Robin Hood", 1991) encarna eficazmente a Adso de Melk, el novicio discípulo de William de Baskerville, que relata la historia como un recuerdo de su adolescencia. Con sólo 16 años, Slater derrocha carisma y una muy buena química con Sean Connery, para interpretar al hijo de un noble austríaco al servicio del emperador Ludovico IV de Baviera. Annaud reclutaría a un grupo de poco agraciados actores para interpretar a ciertos personajes, muchos de ellos de siniestra apariencia. El más emblemático y carismático sería el siempre efectivo Ron Perlman ("Cronos", 1993) quien encarnaría al conmovedor jorobado y retrasado mental, Salvatore. El personaje es el epítome del desgraciado tratado como animal y eliminado por una sociedad que lo desprecia por su origen y apariencia, un lastre emblemático de muchos que perecieron bajo las garras de la Inquisición. En la misma línea, tenemos al actor ruso Feodor Chaliapin Jr. ("Moonstruck", 1987), quien interpreta notablemente al intolerante monje no vidente Jorge de Burgos. El veterano actor contaba con 81 años cuando rodó la cinta y sabe impregnar de un sólido carácter a su personaje, que lo convierten en un ícono de la intransigencia de los dogmas más ortodoxos, si bien es venerado y respetado al mismo tiempo por los otros monjes.

El actor austríaco Helmut Qualtinger ("Das Schloß", 1968) interpreta al monje Remigio da Varagine, recordado por su notable respuesta a la acusación de Pui en el juicio por herejía, en la que se muestra orgulloso de ser hereje y cuestionar el abominable dogma católico. Completan el reparto "monical", el actor letón Elya Baskin ("Enemies: A Love story", 1989) que interpreta al monje Severino. El actor alemán Volker Prechtel ("Jeder Für Sich Und Gott Gegen Alle", 1974) al horrible monje Malaquías, encargado de Biblioteca. William Hickey ("Sea Of Love", 1990) personifica al histórico monje Ubertino da Casale, mentor de William de Baskerville. El actor alemán Michael Habeck al afeminado y tímido monje Berengario. El actor suizo de origen africano Urs Althaus ("L'allenatore Nel pallone", 1985) interpreta al monje negro Venancio, y el francés Michael Lonsdale ("The Day Of The Jackal", 1973) como el abad. La única actriz del reparto fue la chilena Valentina Vargas ("Le Grand Bleu", 1988), quien interpretó a la campesina anónima que desvirga a Adso y que simboliza la fuerza sexual natural y salvaje, en ninguno caso desde una perspectiva misógina, pero sí mostrando la ideología misógina de algunos monjes.

En definitiva, extraordinario thriller medieval, una obra maestra del cine clásico, una radiografía cruda y real de uno de los períodos más óscuros de la historia humana, que muestra lo más monstruoso del fanatismo y ceguera espiritual, pero que también muestra la esperanza y la luz de la razón por sobre la oscuridad ideológica. Un verdadero retrato del medioevo, el manejo de la información o desinformación en los monasterios, el poder de la iglesia y la inquisición, el castigo, la mentira, el poder feudal, la mujer, la codicia, el amor imposible, el paso de la edad oscura al renacimiento que se avecina poco a poco.

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