Un hombre, veintitrés personalidades; una bestia está a punto de desatarse
Un thriller de abducción digno de ser reconocido como la resurrección categórica de este mortal género que revoluciono el mundo del celuloide mediante marcas propias de un talentoso cineasta, un hombre que sirvió de reemplazo de Brian De Palma, quien a su vez lleno el vacío que dejo el maestro Hitchcock. “Split” conecta realidades, entorno a un al perturbante trastorno de identidad disociativo (DID), de manera enigmática, elegante e inquietante, adicionando un tipo de configuración paranormal, en donde el más poderoso horror no emana de los inusuales ejercicios interpretativos de los personajes, los claustrofóbicos set-pieces, el tradicional final giro de tuerca o del delicado tratamiento ejecutado sobre cada cuadro, el más poderoso horror es la suma que resulta de sus componentes. Con su más reciente e inesperadamente inteligente trabajo, Shyamalan fortifica el regreso a sus raíces.
Pese a que “The Sixth Sense” fue su tercera incursión dentro del espectro cinematográfico, se convirtió rápidamente en, además de un clásico de culto, en una auténtica obra maestra del cine de suspense y horror, posicionando a su creador M. Night Shyamalan en un puesto privilegiado de reconocimiento enfrente del radar Hollywoodense gracias a dos merecidas nominaciones en los Premios de la Academia. Con un ciclópeo debut, un año después, aquel hombre que dirige, escribe y produce sus propias obras, volvía a estar en el foco de atención con una historia que inauguraba el estimado universo de los superhéroes tan en boga actualmente, sin embargo, no necesariamente nos referimos a aquellos que poseen boyantes poderes extrahumanos, aquellos que salvan el mundo en solitud, hacemos referencia a la entusiasta fabula de dos hombres, uno es indestructible, el otro es peligrosamente destructible, dos individuos que se embarcan en un autodescubrimiento en donde la erradicación mutua puede desencadenar un golpe narrativamente genuino. Incluso en “Signs”, Shyamalan permanecía concediendo filmes de excelente factura en lo que respecta al suspenso, exposición y su regular formula ala Hitchcock. Deplorablemente, un raudo, abominable y decepcionante declive profesional surgía con su séptimo largometraje "Lady in the Water", uno que significo un brutal punto de inflexión en su prometedora carrera, la cual toco fondo con los descalabros y económicamente calamitosos bodrios americanos: “After Earth” y “The Last Airbender”. No obstante, 2015 trajo de vuelta a ese ambicioso cineasta que atesoraba un apabullante talento, con el thriller cómico de horror que resulto ser “The Visit”, atestiguando que las competencias del director emergen específicamente con proyectos liderados por bajos presupuestos y profesionales actores. Teniendo en mente que, ocasionalmente, algo de dinero conlleva a mejores lluvias de ideas, él resuelve continuar con sus requerimientos para “Split”, un largo que se posiciona, sin lugar para la duda, en el top 3 de su filmografía debido a su atractiva y original historia, sus cuasi perfectas actuaciones y su excitante final que moldea la atmosfera de los proyectos que están por venir.
Luego de una temblorosa estupefacción proporcionada por una sublime apertura (directo al grano) que gira alrededor del secuestro de tres jovencitas de intelecto, moral y desnudez corporal disimiles, el filme brinda homenaje a los supremos clásicos del género, asimismo, el cineasta— no comprendo cómo — dota de infinitas formas las secuencias con propia personalidad, como si se tratase de una idea que surge de diferentes mentes, la sorpresa aquí, es que emergen de una sola, una jodidamente aterradora.
Escoltada por las adecuadas características del cine B, la única condición puesta sobre esta hazaña psicológica se ciñe propiamente sobre el capaz reparto, de los cuales dos resultan superiores. La interpretación de McAvoy se siente como una veneración al “Psycho” de Anthony Perkins o de los muchos actores y actrices que han tenido que retratar a personajes multidimensionalmente complejos y creíbles. Las conveniencias actorales de “Split” suponen la fantasía para cualquier actor que desee sacar a la luz todas sus capacidades, y en esta ocasión, el joven Magneto de la franquicia X-Men fue quien adquirió el voto de confianza para demostrar todo su potencial, poniendo en manifiesto la multifacética persona que es. Uno de los más laudables y cautivadores tour de force en tiempos recientes, uno que se grabará a fuego en la filmografía universal; por favor, una ronda de aplausos y vítores para el fascinante James McAvoy. No sería correcto dejar de lado a la co-protagonista femenina, Anya Taylor-Joy, quien efectuó un tremendo debut en “The VVitch” de Robert Eggers. Ella trasmite intrínseca soledad y auto-juzgamiento, impulsada por una trágica perdida. Es un testimonio más de que estamos presenciando a una de las próximas matronas de la interpretación.
Con ayuda de alternativos e incesantes flashbacks que gradualmente endurecen la infancia de Casey, Shymalan construye un timing correspondiente al curso de los hechos y manufactura en fino paralelismo a los dos personajes principales, quienes encuentran su genérica razón de vivir en: el dolor. Ambos batallan contra la odiosa pérdida, ambos quieren salir de la oscuridad, sin embargo, no será posible hasta que descubran la correlación que tienen sus vidas, las cuales se observan una a otra íntimamente. Un paralelo que dota de gran intriga y tensión fundamentadas en el autodescubrimiento, de igual manera, propone interesantes y controversiales miradas a aquellas personas que chocan con la cruel y vil realidad, lo que incita en ellos una poderosa y pura metamorfosis humana.
Desafortunadamente, el filme presenta fallas en esporádicas maniobras, situaciones iterativas y transitorias medidas de ritmo y emoción, además de un nocivo marketing, lo cual nos aleja y anticipa muchos, en realidad demasiados, puntos fuertes y sorpresas que guarda la historia, es como un spoiler directo que estropeara más de la mitad de la película.
“Split” es un recurso del cine para racionales confirmaciones. La primera es que el director amado y odiado, a partes iguales, está de vuelta, regresando a sus orígenes en donde los pequeños presupuestos generaban ideas deslumbrantes; “menos es más”. La segunda atañe a McAvoy, un actor que se proclama como prodigioso camaleón interpretativo, su actuación nunca perecerá. La última, Taylor-Joy es una de las más prometedoras gemas de la actualidad, tendremos que monitorearla muy de cerca.
Como largometraje, “Split” es perturbador y fascinante desde el minuto uno, debido a su moderna fotografía, soportada por una tenaz opacidad dentro de la sofocante guarida bajo tierra, y las tomas mayoritariamente cercanas. El director concibe personajes tridimensionales con el fin de conseguir el beneplácito de la audiencia con respecto a la labor de los actores, logrando que sigan aterrados el futuro de tres jóvenes mujeres y casi que petrificados el pavoroso nacimiento de la personalidad numero veinticuatro de Kevin, todo esto mientras entrega exquisita calidad audiovisual mediante una sofocante banda sonora, una inquietante puesta en escena y una trama en la que no se puede confiar. Contemplando esto último, no únicamente los personajes guardan un doloroso ayer, Shyamalan también lo tuvo, y aunque no deberíamos ser demasiado optimistas, es posible afirmar o, al menos, predecir el retorno del cineasta gracias a uno de los más memorables largometrajes de los últimos cinco años dentro del género de suspenso y thriller.