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    Esa sensación
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    Esa sensación

    Este mundo loco, loco, loco

    por Alejandro G.Calvo

    En ese cine español que parece producirse, distribuirse y exhibirse fuera de los márgenes del canon establecido siguen brotando películas de un valor inconmensurable. Si bien desde la propia industria se sigue insistiendo en que el cine de calidad es el que viene apoyado por televisiones privadas y firmado por nombres "de peso" en nuestra cinematografía, lo cierto es que el germen cinematográfico de nuestros francotiradores más certeros sigue dándonos obras sublimes que, lamentablemente, acaban llegando a un público muy escaso. En una industria sometida al establishment más feroz estas películas tienen un espacio tremendamente reducido donde promocionarse -y eso que el Festival de San Sebastián ha dado un fuerte empujón a cineastas como Isaki Lacuesta, Carlos Vermut o Fernando Franco- quedando reducidas a estrenos marginales y prácticamente nula difusión. ¿Cuánto público disfrutó de películas como O futebol, Un dia perfecte per volar o Taller Capuchoc el año pasado? Si ni siquiera una maravilla como La academia de las musas de José Luis Guerín ha conseguido llamar la atención de prácticamente nadie (fuera de la crítica especializada y el espectador más avispado). Vale la pena señalar que no es un problema estrictamente nacional, buena parte del cine de autor, sea del continente que sea, tampoco lo tiene fácil para poder mostrarse de forma natural en nuestras salas. Pero si ni siquiera Jim Jarmusch o David Cronenberg logran encontrar su espacio natural en los cines, ¿qué podrán hacer nuestros cineastas afincados en el indie más underground?

    Lo mismo ocurre con los tres cineastas firmantes de esta deliciosa locura llamada Esa sensación: Juan Cavestany (Gente en sitios), Julián Génisson (La tumba de Bruce Lee) y Pablo Hernando (Berserker) y por eso sería una pena que esta película quedara relegada al cajón de las rarezas invisibles del cine español (y eso que se ha colado en una sección paralela en el Festival de Málaga). Pese a que parece una prolongación natural de Gente en sitios -una de las cimas de nuestro cine en el presente siglo-, dada su puesta en escena del absurdo incómodo que surge en el quehacer natural de las relaciones humanas, Esa sensación es aún más desesperada y aterradora. Si en la película de Cavestany un conjunto de sketches a medio camino entre Louis C.K. y Manuel Summers creaba humor a partir de la desesperada necesidad de los protagonistas por contentar a un segundo, en esta nueva obra el desgarro satírico se asienta en la incapacidad natural del ser humano para desenvolverse en un mundo que, no por estrictamente realista, cada vez resulta más extraño. El aislamiento emocional, los amores desbocados irracionales, las conversaciones equívocas bien por falta de no encontrar las palabras adecuadas -"¿existe alguna palabra que pueda expresar gracias y lo siento al mismo tiempo?"- bien por no existir límites morales a la hora de pronunciarse (en forma de virus global, para más INRI), el muro insondable que resulta tanto encontrar la fe como tratar de aprehenderla... Y todo ello narrado con una marciana bis cómica -ojo a la secuencia en el ginecólogo, dudo que encontremos un chiste mejor este año- que produce tanta hilaridad como tristeza, tanta desesperación como incomodidad. Los autores de la cinta, perfectamente alineados en su discurso base, logran erigir un documento que, desde un cariz casi buñueliano -si a algo se parece Esa sensación es a los gags cruzados de La vía láctea o El fantasma de la libertad-, acaba por convertirse en una película tan alucinante como necesaria, tan apegada al tiempo que vivimos como a un surrealismo de otra galaxia. Así que, por favor, no dejen de ir a verla. Y corran la voz.

    A favor: El chute lisérgico que uno siente ante la proyección

    En contra: No se me ocurre nada

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