Frenos rotos, coches locos
por Marcos GandíaEl género que mejor está funcionando en nuestro país vecino es la comedia. No es algo que debiera extrañarnos, no únicamente porque entre nosotros sucede lo mismo (ahí está el reciente éxito en taquilla de Es por tu bien, un artefacto cómico más francés de lo que parece), sino porque a lo largo de su historia eso ha sido una realidad. Dentro de este boom (o Boon, Danny Boon) deberíamos hacerle un lugar especial a esta A fondo y a sus gamberros responsables por su voluntad de añadir a los ingredientes imprescindibles de las tartas cómicas galas algunos elementos nuevos, modernos. El primero de ellos ya lo habían utilizado en su anterior film, un fenómeno en su país de origen y un fracaso en el nuestro: un tratamiento de la imagen, de la narración, del lenguaje visual procedente del videoclip, de internet y de la televisión.
También A fondo se erige (como en el found footage de su previo trabajo de presentación) sobre un ejercicio de estilo, un tour de force que es el de circunscribir (casi) toda la acción en el interior de la furgoneta familiar, la verdadera protagonista de la película. No es para menos cuando A fondo no deja de ser una versión tremendamente divertida de Speed (que también era divertida) con ese vehículo desbocado por las carreteras galas incapaz de frenar y de bajar de los 130 kilómetros hora a los que va. Desbocada y desenfrenada es asimismo la actuación del reparto, todos ellos compitiendo en quién habla más rápido, replica con más celeridad, insulta con el cronómetro en la mano para batir un récord y pone caras raras como si quisieran desbancar del pódium al intocable Louis de Funès. De hecho, citar al genio de los genios del humor francés no es gratuito, no sólo porque la mayoría de las comedias de esa nacionalidad lo hacen (Dany Boon el primero), sino porque en la añeja Caídos sobre un árbol también toda la acción transcurría en el interior de un vehículo, en aquel caso un automóvil accidentado. En esa rapidez expositiva y de concepto, en cómo van pasando ante un paisaje a ratos surrealista y muy crítico con esa gloria francesa rural de la campiña (atentos a la colleja al cine de Becker, el hijo), A fondo llega a la meta arrasando con todo y todos. Lo menos que se le puede pedir a una comedia.
A favor: cómo hace del desmadre y lo veloz un estilo.
En contra: a ratos su humor es muy francés.