Las caras de la mentira
por Paula Arantzazu RuizTras evaluar la cosecha fílmica patria del año que hemos dejado atrás, podríamos asegurar sin equivocarnos que el thriller está de moda en el cine español. A la estupenda cosecha 2016 se añade Contratiempo, el nuevo trabajo de Oriol Paulo, que después de unos cuantos trabajos como guionista (Los ojos de Julia) debutaba hace cuatro años con El cuerpo, una de las primeras cintas de este revival reivindicativo del suspense. Contratiempo, en efecto, se mueve bajo las mismas coordenadas y comparte unas cuantas constantes con el ejercicio anterior de Paulo, pero si aquella película era un policial dramático, esta película es un whodunit en toda regla, una suerte de Cluedo que arranca, precisamente, con dos personas en una habitación dispuestas a desentrañar el misterio.
A Paulo, no obstante, las cuestiones narrativas aún se le resisten. La resolución del relato era uno de los talones de Aquiles de El cuerpo y aquí el manejo de la tensión y el desarrollo del nudo han mejorado sustancialmente, pero no tanto como para que en un momento dado el espectador no descubra antes de tiempo el quid del asunto. Aún y cuando el ardid narrativo sea su punto débil, Paulo vuelve a demostrar que la construcción de atmósferas y la construcción de personajes femeninos con dobleces son su mejor virtud. Todos y cada uno de los escenarios por donde se mueve Contratiempo están cuidadísimos y reflejan una sofisticación cinematográfica poco habitual en nuestro cine, desde el hotel à la Kubrick en donde ocurre el crimen con el que da comienzo el filme hasta los espacios urbanos (a pesar del exceso de planos recurso mostrando los rascacielos barceloneses). Del mismo modo, el personaje encarnado por Bárbara Lennie ofrece un arco de transformación ejecutado con astucia por la actriz que suma a su filmografía otra femme fatale antológica. No suscitan tanto entusiasmo las interpretaciones de Mario Casas y Ana Wagener, que pese a sostener el misterio sobre sus hombros apenas consiguen transmitir el carisma y el conflicto hitchcockiano que un puzle tal requería.
A favor: Bárbara Lennie, en otro recital interpretativo.
En contra: Que no hace falta estar muy despierto para solucionar el interrogante que propone.