Agárrame esas 'millenials'
por Alberto CoronaEl planteamiento de #SexPact es rancio a más no poder, tanto que hasta podría pasar por clásico. Desde Spencer Tracy a Mark Wahlberg en la saga Transformers, pasando por Bruce Willis en Armageddon, Bryan Cranston en ¿Tenía que ser él? o nuestro José Coronado dentro de la reciente Es por tu bien, la figura del padre de familia aterrorizado por la sexualidad de su hija —y consecuentemente arrojado a una quijotesca lucha en pos de preservar su pureza— se ha ido definiendo como un tropo tóxico de tantos, y uno hacia el que sigue habiendo bastante desinterés por zafarse. Seguir ahondando en la sinopsis de la comedia protagonizada por Leslie Mann no hace sino confirmarlo: tras American Pie y multitud de absurdas juergas pre-universitarias, por fin son las chicas quienes quieren perder la virginidad antes de acabar el instituto. ¿Un soplo de aire fresco? No, porque el protagonismo no les pertenece a ellas, sino a los preocupados padres que harán lo imposible por estropear sus planes. Porque son jóvenes, y puras e inocentes, y en definitiva son sus niñas.
Había motivos para mantener una mínima esperanza, sin embargo. El primero, que uno de los protagonistas fuera John Cena, luchador de la WWE que ya en la estupenda Y de repente tú diera visos de un formidable músculo cómico, aún por pulir. A buen seguro, su Mitchell sería un padre posesivo e irracional que no dudaría en inflar a hostias al pobre diablo que se atreviera a mirar a su hija durante más de tres segundos, pero que de vez en cuando dejaría entrever su corazoncito y manifestaría ruidosamente su tierno amor por el ecosistema familiar, quizá con pucheros y todo. Lo cual sería gracioso que te mueres porque, ya sabéis, es un tiarrón hipermasculino llorando. ¿Qué hay más gracioso que eso? ¿Escenas de gente vomitando de forma salvaje? Kay Cannon, directora de #SexPact, fue guionista de Dando la nota —en cuya entrega inaugural había bilis para dar y tomar—, y es quien ha conseguido que el público se interese a lo largo de tres pelis por un grupo de tías cuya máxima aspiración en la vida es ganar un concurso de actuaciones a capella. Quizá la cosa tiene más enjundia de lo que parece, ¿no?
Efectivamente, #SexPact es toda una sorpresa. Y no lo es porque los padres al final aprendan la lección y descubran que no son nadie para impedir que sus hijas hagan lo que les dé la gana con su virtud —de hecho, el cliché siempre suele contemplar dicha opción, por lo general para luego colocar al patriarca amenazando cómicamente a su nuevo yerno sin que la orgullosa novia se dé cuenta—: lo es porque el guión de Brian y Jim Kehoue está enormemente equilibrado, y sabe que la mejor forma de cargarse un tropo es dotándolo de humanidad. Los protagonistas interpretados por John Cena, Leslie Mann y Ike Barinholtz no se definen únicamente en base a una paternidad abusiva y anquilosada —bueno, el de John Cena un poco sí, pero al fin y al cabo es el bufón indiscutible del relato—, sino a una serie de preocupaciones más complejas que los erigen como adultos incompletos y heridos, constantemente al borde de la melancolía y la depresión. El retrato de Ike Barinholtz, cuya interpretación es una de las grandes bazas de #SexPact, lo resume perfectamente: este pobre diablo que tuvo que abandonar a su familia a causa, básicamente, de ser un imbécil, ha sido el primero en darse cuenta de que Sam (Gideon Adlon) es lesbiana, y de que igual no debería empeñarse tanto en seguirle la corriente a sus amigas.
La película de Kay Cannon no se esfuerza sólo en construir personajes, sino también en tejer relaciones entre ellos —es asombroso lo bien que funciona tanto la intimidad que van forjando los padres como la consolidada amistad entre sus hijas—, y en lograr que la comedia se desprenda orgánicamente del conjunto. Así, cuando #SexPact se sume sin vergüenza en la escatología más hardcore, vemos hasta dónde llegan los aciertos de Kay Cannon, y lo bien que ha interiorizado lo mejor del cine de Judd Apatow para apuntalar su propuesta. Porque claro que entre golpazos, exaltaciones de la amistad, referencias a la cultura pop, desnudos frontales masculinos y drogas —muchas drogas—, no resulta muy complicado que una comedia te funcione: lo verdaderamente difícil es conseguir que, teniendo a un deportista de lucha libre bebiendo cerveza por el ano, acaben siendo sus sentimientos al respecto lo verdaderamente importante. #SexPact lo consigue. Y, además, también tiene una escena de gente potándose entre sí.
A favor: La enorme naturalidad de la que hace gala todo lo referente al despertar sexual de una de las hijas.
En contra: El arco de John Cena no deja de ser bastante autocomplaciente, y por momentos abraza una ranciedad que #SexPact, hasta entonces, había esquivado la mar de bien.