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    La mujer que sabía leer
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    La mujer que sabía leer

    Sin hombres y con libros

    por Quim Casas

    En el título original del filme, Le Semeur, el protagonismo parece recaer en el personaje masculino: en época de siembra, cosecha y siega, un hombre con un pasado más o menos misterioso llega a una localidad en los Alpes franceses habitada solo por mujeres, ya que tras su golpe de estado que le ha convertido en emperador de Francia, Napoleón III organiza una fuerte represión contra todos los hombres de las zonas más descontentas con su régimen autoritario; el individuo es un sembrador en el doble sentido de la palabra, ya que las mujeres han jurado compartir sexualmente entre todas ellas al primer hombre que aparezca en la localidad. En el título español, La mujer que sabía leer, el protagonismo se desliza hacia una de estas mujeres, la joven Violette, la única que sabe leer en el pueblo y aquella que a pesar del juramento de compartir al recién llegado Jean, acabara enamorándose de él. Compartirlo con las demás es una decisión ardua y dolorosa. Jean no quiere en primera instancia pero acepta, ya que ese parece ser el destino marcado en su misterioso itinerario, y quizá le guste su posición de hombre objeto. 

    La primera película de Marine Francen, formada como segunda o primera ayudante de dirección en títulos de Jean-François Richet (las dos partes de Mesrine), Michael Haneke (Amor) y Olivier Assayas (Después de mayo), muestra la terrible realidad en un pueblo rural francés de 1852, pocos días después del golpe de estado perpetrado por Napoleón III. El contexto es preciso, pero pese a ello, y al tejido de relaciones que se establece entre las mujeres y entre estas y el recién llegado, hay en La mujer que sabía leer algunos elementos coincidentes con El seductor de Don Siegel y La seducción de Sofia Coppola, dos películas ambientadas en una geografía y situación bélica bien distintas, durante la guerra civil estadounidense aunque en una época similar (1861-1865), en las que un soldado nordista llega igualmente a un núcleo cerrado formado solo por mujeres, una escuela de señoritas en el sur del país. 

    Las similitudes temáticas terminan pronto, pero existe entre todos estos filmes una parecida pulsión sexual, de deseo y seducción, de posesión y necesidad. En el dirigido por Marine Francen tienen mucha importancia los sueños como forma de deseo y, sobre todo, la relación literaria que surge entre los dos personajes principales, Violette y Jean, quienes pueden comunicarse inicialmente a través de los libros, los cuentos de Voltaire que le deja él y los relatos de Victor Hugo –escritor muy crítico con el gobierno de Napoleón III– que se presta a leerle ella por las noche. Aunque Violette esté obligada a compartir a Jean con las otras mujeres del pueblo, ya que ese fue el pacto y no puede transgredirse, la historia de afectos entre el sembrador y la mujer que sabía leer acaba resultando más firme que el caos reinante en el país, los celos de algunas de las vecinas o el pasado misterioso de Jean, que nunca acabará de desvelarse como no se desvelan en realidad sus sentimientos. 

    A favor: Su atmósfera contenida y el brillante trabajo de interpretación. 

    En contra: Que pase por ser una cuidada y académica película francesa. 

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