SensaCine adapta las notas de cada medio con una puntuación de 0.5 a 5 estrellas.
críticas de medios
Ecran Large
por Simon Riaux
Inventivo y controlado, La noche devora el mundo combina hábilmente el cine francés y el cine de zombis, para un resultado intenso, en contacto directo con las ansiedades francesas.
La crítica completa está disponible en Ecran Large
Positif
por Ariane Allard
¿Una película austera de zombies? La paradoja es audaz y demuestra la ambición de este largometraje francés.
Télérama
por Frédéric Strauss
Una brillante aceleración final hace latir el corazón y salimos de la aventura realmente mordidos.
La verdadera idea de la película está ahí: considerar el apocalipsis como la representación del espacio mental de Sam, para revisar mejor la alegoría social de la película de zombis con el prisma de la misantropía de París.
La crítica completa está disponible en Critikat.com
Le Monde
por Thomas Sotinel
El primer largometraje de Dominique Rocher, hecho con medios pequeños, es un ejercicio de estilo exitoso.
Les Inrockuptibles
por Emily Barnett
Nos sorprende un clasicismo impecable de la puesta en escena, movimientos lentos, casi suaves, etéreos, cuyo horror es principalmente pictórico, como rastros de sangre en una pared.
Ecran Large
Inventivo y controlado, La noche devora el mundo combina hábilmente el cine francés y el cine de zombis, para un resultado intenso, en contacto directo con las ansiedades francesas.
Positif
¿Una película austera de zombies? La paradoja es audaz y demuestra la ambición de este largometraje francés.
Télérama
Una brillante aceleración final hace latir el corazón y salimos de la aventura realmente mordidos.
Critikat.com
La verdadera idea de la película está ahí: considerar el apocalipsis como la representación del espacio mental de Sam, para revisar mejor la alegoría social de la película de zombis con el prisma de la misantropía de París.
Le Monde
El primer largometraje de Dominique Rocher, hecho con medios pequeños, es un ejercicio de estilo exitoso.
Les Inrockuptibles
Nos sorprende un clasicismo impecable de la puesta en escena, movimientos lentos, casi suaves, etéreos, cuyo horror es principalmente pictórico, como rastros de sangre en una pared.