Astrid tiene todo lo que podría desear. Su marido, Marcus, es el compañero ideal y disfruta haciendo su trabajo como comediante, el cual, además, le ha dado un gran éxito. Por si esto fuera poco, Astrid está esperando a su segundo hijo. Sin embargo, los doctores detectan que el bebé en camino tendrá síndrome de down al nacer. La pareja decide utilizar el humor para salir adelante pero, cuando un segundo diagnóstico revele que el niño, además, tendrá otro inconveniente, Astrid se da cuenta de dos cosas: Hay que tomar una decisión difícil sobre el futuro de su hijo no nacido, y ella es la única que puede hacerlo.
Es mi historia
Tratando un problema candente
Una línea definida
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