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    La forma del agua
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    62 Críticas del usuario

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    cine
    Un visitante
    2,0
    Publicada el 17 de mayo de 2018
    Un relato de amor subido de tono al estilo "La Bella y la Bestia" y con una crítica social que poco tiene que ver con el absurdo que caracteriza a la historia. Nada para reprochar de las actuaciones, solo el gusto amargo que te deja un relato insulso con una trama carente de elaboración y un final soso predecible desde un primer momento. Dejemos los poemas y las novelas surrealistas para las ferias, porque este tipo de trabajos generalmente no se adaptan a la pantalla grande.
    Pipe C.
    Pipe C.

    9.177 usuarios 160 críticas Sigue sus publicaciones

    5,0
    Publicada el 16 de abril de 2018
    La simplicidad argumental, la profundidad narrativa y la beldad artística se acompasan en una fábula de pérdida y amor monstruosamente poderosa

    Paradoja increíble: México, un país en amenazante contingencia contra EEUU, continúa arrasando dentro del mundo del cine americano por causa de sus relatos y cineastas, quienes, tenebrosamente, han conseguido mantener un crecimiento artístico envidiable a lo largo del último lustro. En 1949 inauguraba la pista Emilie Kuri, y por todo lo alto, pues fue el primer hombre en recibir un premio por mejor diseño de producción de manos de la Academia, sin embargo, no sería el último puesto que en 1954 consiguió su segundo reconocimiento, solamente para dar paso al magistral actor de reparto Anthony Quinn, quien en 1952 y 1956, respectivamente, ganó sus únicas dos estatuillas, no obstante, la presencia del país centroamericano en los premios más prestigiosos del cine tuvo que padecer un tortuoso receso de más de cuatro siglos y medio. En 2001, la germano-mexicana Brigitte Broch recibió el mayor reconocimiento por medio de un emblemático Oscar gracias a su diseño de producción en el filme “Moulin Rouge!”. Cinco años después, exactamente en 2006, Guillermo Navarro y Eugenio Caballero quedaron mudos al escuchar sus nombres como los ganadores por mejor fotografía y mejor diseño de producción en “Pan's Labyrinth“— increíblemente, nuestro loado director ya había tenido rose con los grandes, por lo que no es ajeno a lo que está por venir —. Serían necesarios siete años para que un hombre regresara la esperanza que parecía esfumada. Cuando Alfonso Cuarón estrenaba en 2013 su ambiciosa cinta sci-fi “Gravity”, protagonizada plenamente por los legendarios George Clooney y Sandra Bullock, predominaba una mira comercial, a saber, el cineasta no consideraba su magnífica historia como plato predilecto al paladar de la Academia, sin embargo, se llevó una de las más súbitas sorpresas de su vida cuando anunciaron que su obra, la cual funcionó de maravilla en taquilla, no solamente era la favorita por sus magnánimos efectos especiales. “Gravity” resulto ser la película de la noche al recolectar la extraordinaria suma de ocho galardones, la mayoría para el país emergente, logrando además ser la mejor carta de presentación para uno de los reyes de esta lista: Emmanuel Lubezki. Afortunadamente para los mexicanos, esta vez la espera no fue tan prolongada pues, solo un año después, nuevos nombres se registraban en las balotas doradas. Es aquí cuando nace un hombre que teniendo a sus espaldas “Biutiful” (2010) y “Babel (2006), alcanzó la gloria con su quinto trabajo como director, ya que fue “Birdman or (The Unexpected Virtue of Ignorance)” quien escribió historia en los anales del certamen al otorgar un segundo Oscar consecutivo a un cineasta mexicano— cabe anotar que la cinta obtuvo una aprobación unánime de critica pues consiguió llevarse a casa cuatro premios de la Academia—, una tendencia que, sorprendentemente, no quedaría como sustantivo. Estrenada en cinemas mundiales en 2015 pero premiada en 2016, “The Revenant” daba por sentado la existencia de dos de las mentes creativas más fértiles y significativas en la industria, pues, históricamente, un director latinoamericano recibe su segundo Oscar tan solo un año después de su ultimo galardón, mientras que un tenuemente reconocido director de fotografía lograba alzarse con su segundo galardón, usando como pretexto una hazaña artística que ya es historia cinematográfica y, no puede pasarse por alto, el filme le dio el tan codiciado Oscar a nuestro Jack Dawson, y para dilucidar las dudas, son Alejandro G. Iñárritu, Emmanuel Lubezki y Leonardo DiCaprio de quienes hablamos. Lo previamente expuesto no tiene como propósito la denotación exagerada de patriotismo o nacionalismo, ni mucho menos una depreciación del talento extranjero, simplemente se llama orgullo, del bueno por supuesto, y lo que se quiere enfatizar con esto es que así como el cine americano, europeo, asiático o africano tiene un potencial cinemático desbordante, el talento de los latinoamericanos o hispanos-hablantes, aun juegue con presupuestos americanos, se ha ganado un espacio respetable en el campo y estoy más que convencido y optimista de que el nivel de inclusión será mucho mayor. Agradeciéndole a la experiencia, a lo largo de los años se ha instaurado una tripleta fantástica que será un mas alabada alrededor del globo por su calidad cinematográfica luego de la velada del 4 de Marzo: Cuarón, Iñarritu y Del Toro, los cuates más recios de Hollywood. Y debido a este último fue que desplegué este largo y tedioso recordatorio fílmico mexicano, porque nuestro Hombre de los Monstruos, el maestro Del Toro, amante del terror gótico y las historias intensamente originales, ha alcanzado la cima en la que todo cineasta desearía estar: ser considerado por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas como uno los mejores profesionales ejerciendo, sin embargo, estoy completamente seguro de que la verdadera victoria para este hombre es la capacidad de hablar sobre temas poderosos, sujetos que inspiren, problemas que afecten, subversiones que cambien las reglas del juego. Es curioso e incluso aterrador como, casi anualmente, estos hombres monopolizan la meca del cine americano que se concentra en la calidad audiovisual. Por lo tanto, de la misma manera en que los dos primeros ya disfrutaron de su momento de gloria y muy posiblemente lo vuelvan a hacer, 2018 será el año de Del Toro, indiscutiblemente gracias a su intimista y profunda historia de amor que destruye la formula mujer bella-hombre bestia. Sin decoraciones, se da por seguro que “The Shape of Water” es una hermosa obra maestra, el filme de Del Toro es una inquietante y encantadora lirica hacia al amor y, sin hiperbolizar mi extremo amor por el cineasta— aunque sí que lo tengo —, su película es una de las experiencias más inteligentes y estéticas plantadas en pantalla, una obra maestra profundamente conmovedora e impresionante, artísticamente perfecta, hermosamente actuada y dirigida y sencillamente construida que he visto en mi vida entera.

    Indiscutiblemente, Guillermo Del Toro es el patrono de los monstruos. Locamente prendado de los eventos que pueden surgir cuando se confina a una foránea y excéntrica creatura y los peores endriagos de la existencia, nosotros, en un espacio determinado; un experimento que sustanciaría su propósito como cineasta. Poniendo al género del horror y el apoyo a las noveles mentes creativas de su país como principal predilección, este hombre ha construido una errática filmografía en la que reposan conspicuos trabajos para el género, en donde predomina la preocupación por el detalle y la prolijidad narrativa, claramente evidenciados desde su debut con “Cronos”, hasta joyas interesantes como “Hellboy”, “Pacific Rim”, “The Devil's Backbone” y “Crimson Peak”. Un cineasta, editor, actor, maquillista y, en ultimas, artista de Guadalajara, Jalisco, que ha labrado un prolífico camino de éxitos de la mano del inevitable talento y las fervientes convicciones. Es por tal arduo y constante esfuerzo que hoy su más reciente película se mantiene en las primeras planas de los más importantes festivales y premios a nivel global, entre los que destacan dos premios dorados en los Golden Globes, un galardón en los AFI Awards, tres victorias en los Los Angeles Film Critics Association Awards, cuatro galardones en su arrollador paso por el Venice Film Festival. Además, estamos a la espera de lo que pueda suceder en los BAFTA Films Awards con sus doce nominaciones y, por supuesto, con sus trece nominaciones en los Academy Awards, ¡Dios mío!

    Sin hesitación, el componente que presenta mejor concepción y ejecución recae sobre el potencial guion, y eso tenemos que agradecérselo a Vanessa Taylor y Del Toro, quienes a su vez se apoyan en su historia para levantar un parlamento dorado. Para los más exigentes— como yo —, lo primero que salta a la vista una vez concluida la función es que dicho guion padece de muchos agujeros argumentales, a saber, jamás se brinda explicación mínima sobre cómo o para qué fue creada la creatura, tampoco se pervierte por tecnicismos científicos ni muchos menos por los problemas periféricos de la protagonista, los personajes de soporte o el tiempo en donde se desarrolla; el filme, sencillamente, no se anda con rodeos y para disfrutarla hay que tomarla del modo en que su director quiere que sea tomada: como una historia de monstruos en la que el amor y la perdida, en conjunto, juegan el mayor papel. Anunciado de boca del propio director en la última edición del Venice Film Festival— certamen en el que en su filme consiguió el premio máximo—, todo aquel con esperanzas de encontrar una historia narrativamente intrincada y explícitamente paladeada saldrá de la sala realmente decepcionado, por tal razón muchos deben postergar explicaciones concretas y entorpecedoras, a esta travesía no se le debe dar muchas vueltas, ni buscar a fondo significados ocultos en sus movimientos, puesto que su asertividad y concentración tratando el argumento irá cada segundo de la mano de Elisa y el hombre anfibio. No significa que el largometraje únicamente expela enseñanzas sobre ellos, rotundamente no, hay varias pistas que insinúan la participación de prometedoras materias que son sutilmente tocadas tales como la homosexualidad, la trascendencia de la soledad, la aceptación de una discapacidad, la tiranía masculina en una época en donde subyugación y mujer eran inequívocos sinónimos, una guerra violentamente fría, la hostilidad en las mega-industrias, el acoso laboral, las limitaciones, los vicios y la monotonía del presente. No obstante, los tratamientos más específicos no tienen más suerte pues jamás deslucida como Elisa y Zelda se volvieron tan cercanas, ni si nuestra protagonista siempre ha estado sola, o por qué sufre de mudez— exceptuando una pequeña insinuación por Zelda en una conversación —, el guion nunca se remite al pasado ni mucho menos al futuro, el simplemente se concentra en lo que debe, en vivir el momento, aun sí la fatalidad se conoce de ante mano. Un aspecto interesante que beneficia al público masivo, a saber el espectador convencional, puso en duda, en un principio, las posibles nominaciones en los Golden Globes y los Academy Awards, pues no todo filme nominado en los Oscars presenta una estructura fácil de digerir tal como la tiene el último gran experimento de Del Toro. Las predilecciones en estos prestigiosos premios apelan por relatos de preferencia histórica, en donde pilares como la guerra, la política o la dramatización de importantes acontecimientos permiten un viaje en donde las imágenes deben hablar por sí mismas, sin embargo, es aquí en donde el factor mexicano entra al campo de juego. El principal riesgo, del cual rebosaba el guion, era el inesperada cantidad de contenido cómico, obviamente comparado con cintas del género es ridículamente escaso, no obstante, aquí brinda una adición funcional, placida y divertida, consiguiendo balancear el remolino de emociones por las que el espectador debe pasar mientras le da la oportunidad de lucirse a Octavia Spencer con su personaje, soberbio. Posiblemente, fue una decisión de entretenimiento deliberada tomada con el fin de, como se mencionó anteriormente, convertir al filme en una experiencia más ligera para unos y más intensa para otros, ojala, la mayoría haga parte del segundo grupo. Del mismo modo, el diseño de personajes ejecuta un rol vital que no está en discordancia con las situaciones. Yendo al grano desde el inicio, los escritores exponen la relación de una mujer de mediana edad con la soledad: hierven los huevos, zapatos lustrados y records de masturbación tachados; ella busca llenar ese vacío, ella busca transformar su alma, ella busca ser feliz. El personaje de Sally Hawkins es, lacónicamente, magnánimo, su actuación es la mejor de toda su carrera y este será el impulso que le hacía falta para convertirse en el próximo nombre fetiche para los grandes estudios; nunca había visto un retrato de la mudez que hablara desde el corazón como ella lo logra, es fantástico y conmovedor como este mujer británica interpreta el que puede ser su papel-catapulta— dato curioso: sentí cierto grado de perturbación gracias a esta hermosa actriz, puesto que mientras veía su cuerpo desnudo casi completamente en pantalla, volvía una hora atrás en mi vida y me veía sentado en la sala contigua visualizando “Paddington 2”, en donde su personaje es un poquitico más dulce, pero son cosas que pasan.— No es damisela en peligro, mucho menos una mujer bajo la sumisión de un hombre, tampoco ve películas melodramáticas mientras come helado de chocolate, ni cocina bistec para sus hijos mientras su esposo va al trabajo, es sobrecogedor el esbozo de su papel, y más aún en una época como en la que se desarrolla el filme; ella trabaja, se masturba, siente, llora, roba y ama, tridimensionalidad y complejidad que se agradece y representa lo que muchos claman: mujeres fuertes. En cuanto a los personajes secundarios y nuestro hombre anfibio, no se ahonda casi en nada sobre ellos, bastante poco se enfoca en Giles, Richard o Zelda, la historia ve lo que Elisa ve pues ella siempre es el centro de la escena, y a este punto, es loable que tramas y trasfondos no se pisen unos a otros en una obra que, de lejos, se pronosticaba ganadora.

    Para dos de los actores este filme permite construir extraordinarios tours de force. Año tras año, el gran Michael Shannon sorprende más y más. Dejando hipnotizado a medio mundo como un protector padre en “Midnight Special” de Jeff Nichols e increíblemente hechizados a los más exigentes como un crucificado Bobby Andes en “Noctunal Animals” de Tom Ford, este actor de Kentucky, USA, con más de ocho decenas de trabajos como interprete a su nombre, encarna lo que por actor debe entenderse, un mortal poniéndose en los zapatos de personas ficcionales. Su Richard Strickland es voraz, ególatra, magnético y terrorífico; su actuación es de calidad mayúscula retratando a un hombre oprimido por el machismo, la avaricia y el poder, posiblemente, un reflejo que compatibiliza de buena manera con el lio de acoso laboral y sexual que ha empezado a robustecerse en meses recientes, una personificación de todos esos monstruos con corbata y contactos que simplemente requieren y cancelan. En la otra cara de la moneda, la segunda monumental interpretación recae por supuesto en los hombros de Sally Hawkins, logrando que una dama muda se gane la etiqueta, no de nuevo icono de superación femenina ni nada por estilo, si no de signo de amor, fe y libertad. Gestos, ademanes y herramientas interpretativas consiguen lo que muchos con capas de maquillaje, suntuosos peinados y voces masculinas no pueden: convencer y afectar, representado y dejando en alto a una minoría a la que le cierran las puertas de los sueños en la cara: los discapacitados. La fuerza de su rol es aquel elemento que justifica, junto al dios de rio amazónico, el placentero viaje de dos horas y tres minutos, persiguiendo un amor imperecedero que sufre rémoras poco habituales. De la misma manera, no sería extraño escuchar nominaciones y posibles galardones para la actriz de “Hidden Figures”, Octavia Spencer, gracias a su sarcástica y valiente Zelda Fuller, o para el rey de las trasformaciones físicas Doug Jones, quien al igual que su compañera de reparto trasmite emociones increíbles bajo un fabuloso maquillaje prostético, retoques con efectos especiales y mucho, mucho esfuerzo.

    Del Toro continúa realizando, excelentemente, la tarea de fichar a un equipo artístico de primera categoría. Película tras película, relato tras relato se ven fuertemente impulsados por una prolijidad visual arrolladora, dejando fuera género o función, ya es tradición que cada uno de sus estrenos signifiquen sublimidad en el aspecto creativo. Su último trabajo podría posicionarse en lo más alto de este podio. Contando entre sus filas con maestros como Dan Laustsen (cinematógrafo), Sidney Wolinsky (editor), Paul D. Austerberry (diseñador de producción), Nigel Churcher (director de arte) y un ambicioso y extenso grupo de apoyo; “The Shape of Water” es lo que es gracias a la ardua labor puesta sobre la obra, una hazaña que debe ser reconocida y alabada. Predominando los colores oscuros y la carencia de brillo, cada escena emplea una tonalidad general con el fin de englobar a lo largo de todo el filme el sentimiento que el realizador quiere que el espectador reciba. Mientras en la apertura prevalece un tétrico color verde entre las ondas del agua, en las set-pieces posteriores se aprecian los verdes olivos, blancos pálidos, amarillos y azules verdosos que dan forma a la idea. Además, tales colores también son aplicados sobre vestuarios, maquillajes, escenificaciones y trucos visuales, apoyados por una iluminación ideal y particularmente lúgubre que denota una época silenciosamente hermosa. La fotografía es perfecta. Sus ángulos embellecen escenas claves y los enfoques e ingeniosos trucos de cambio de escena regresan a las técnicas de la vieja escuela que Del Toro frecuenta, y aquí, adoptan un nuevo nivel de complejidad e intensidad, resultando enardecedoras. Alexandre Desplat también es una ficha importante en el rompecabezas, pues sus composiciones atmosféricas y sus melodías específicas para determinado momento facilitan y armonizan la conexión de cada espectador con el objetivo general de la obra, sus composiciones siempre demuestran intimidad y apasionamiento, ahora, vuelven a jugar en rol de emisor de emociones por medio del sonido, mediante un trabajo que seguramente le valdrá, además de un enorme reconociendo, satisfacción y orgullo por convertirse en uno de los compositores más solicitados de Hollywood. Técnica y visualmente un triunfo absoluto, este filme es una de las piezas de arte de época más fogosas, soberbias y hermosas que he podido presenciar en mi vida; quintuplica la belleza de su mensaje en el apartado visual, y, sinceramente, eso equivale a un triunfo considerable.

    “The Shape of Water” de Guillermo Del Toro es una abrumadora experiencia, no por sus sutiles momentos de horror, su entretenido material o su pícaro sentido cómico, sino por la sencillez y la delicadeza con que este cineasta trata su invención, una obra rebosante de cualidades que no se deja llevar por los tradicionalismos del género, es el mensaje de perdida y felicidad el principal propósito, pues este, en muchos casos, se traduce en amor, y es precisamente ese el significado del título del filme. El agua, en su totalidad, jamás podrá ser contenida, el agua es amorfa, el amor comparte sus características, por la tanto, sus concepciones son enteramente inconmensurables. En uno de los años prodigios para México en la industria americana gracias a “Coco” y “The Shape of Water”, es el momento de que le sea remunerado a este peculiar realizador todos sus aportes para el cine. Mientras unos le entregan millones de dólares y laureles dorados, nosotros, los aspirantes a directores y más fieles seguidores, le entregamos nuestro más profundo respeto, admiración y agradecimiento al convertirse, al menos personalmente, en un verdadero modelo a seguir.
    cine
    Un visitante
    2,5
    Publicada el 14 de abril de 2018
    Demasiadas semejanzas con el laberinto del fauno, los malos malísimos y los buenos sin fisuras, el anfibio era el fauno sin cuernos.
    Muy larga hay escenas que sobras y es que a veces menos es más, la fotografía bastante buena, y los actores hacen lo que pueden.
    Mi nota es un aprobado rasado...
    cine
    Un visitante
    0,5
    Publicada el 6 de abril de 2018
    estaba entusiasmado por ver esta película.
    fuimos a verlo y pinta muy bien y todo bien hasta que se come a un gato.
    fuimos varios que nos levantamos de la butaca del cine horrorizados y apenados al ver que la criatura se comía un gato.
    ya sabemos que es un truco de cine y no es verdad. pero nos molesto y ofendió ver dicha imagen.
    podrían haber cambiado el gato por una barra de pan o que hubiese atracado la nevera.
    lo siento por el director pero no nos gusto y fuimos muchos que abandonaron la sala.
    cine
    Un visitante
    1,0
    Publicada el 4 de abril de 2018
    Mala pero al nivel de una película de serie b. Historia sentimentalista con mensaje patatero.
    La protagonista aparte de ser muda y comer muchos huevos cocidos poco hace (moja y todo).
    El sirenito mal hecho y con poderes magicos, vamos un guión de cualquier fumao con dinero para hacer estos tipos de basura audiovisual.
    cine
    Un visitante
    2,0
    Publicada el 3 de abril de 2018
    No entiendo porque a todos les parece excelente esta película. Para mi empezó muy lenta y aunque se compuso un poco después no llega a ser genial como todos la describen para mi es regular .
    cine
    Un visitante
    4,0
    Publicada el 31 de marzo de 2018
    Pelicula muy bonita, se puede hacer un poco larga y lenta pero merece la pena verla y pagar por ella. Buena película.
    Francisco B.
    Francisco B.

    271 usuarios 60 críticas Sigue sus publicaciones

    2,5
    Publicada el 28 de marzo de 2018
    Buenos actores, buenos planos, buena ambientación, buen maquillaje, buena banda sonora... pero no engancha, no es una película de las que dirías "la volvería a ver". La historia, al fin y al cabo es muy simplona y previsible -cosa que en cine hay que evitar a toda costa-. Rompe temas 'tabú' de forma poco elegante con escenas muy explícitas que rozan el mal gusto: planos de la protagonista 'tocándose' en la bañera, 7 u 8 planos de sus senos, otros 6 de su trasero... El mal gusto y el surrealismo pasado de raya en una película. Para mi merece un pelín más que 2,5 estrellas pero lo puntúo así por el 'hype' creado y los oscars que incomprensiblemente ha recibido.
    cinecritico
    cinecritico

    49.084 usuarios 340 críticas Sigue sus publicaciones

    5,0
    Publicada el 25 de abril de 2018
    "la forma del agua es la mejor película de al año 2018 por ahora, de momento costaria bastante hacer algo mas bueno que esto. Le vamos a dar 5 estrellas, obra maestra".
    cine
    Un visitante
    1,0
    Publicada el 24 de marzo de 2018
    Dinero en la producción para un guión demasiado previsible. ¿Es necesaria tanta violencia para contar algo y hacerlo interesante?
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