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    Yo, Tonya
    Críticas
    4,0
    Muy buena
    Yo, Tonya

    Odiando, odiando, triunfé patinando

    por Marcos Gandía

    Explicada, en primeras personas, con un espídico ritmo en el que las verdades y las mentiras (en el fondo da lo mismo) se dan la mano para volver a narrar una historia de dolor y dinero (y fama) por parafrasear el título de la película de Michael Bay (que se parece mucho a ésta: crónica de sucesos tan imposible que es cierta), Yo, Tonya es la enésima bofetada al sueño americano. Bueno, rectifico: es la enésima muestra de cariño hacia quienes buscan ese sueño americano y son conscientes de que no existe y la única manera de acercarse a su sucedáneo pasa por el crimen.

    Los perdedores son los triunfadores y siempre tendrán nuestras simpatías. Como las tiene Tonya Harding (y su encarnación en celuloide: una alucinante Margot Robbie) y como las tiene mucho más su madre (Allison Janney, igual de colosal), esa voz de la conciencia trash y deus ex machina de un paseo (en patines) por el oropel y cutrelux de la sociedad del triunfo, de  las luces de neón, de los maillots ajustados, los himnos de pacotilla y las competiciones del kitsch.

    Como en aquel otro biopic sui géneris que fuera la Domino de Tony Scott, Yo, Tonya revisa los acontecimientos desde diferentes texturas y géneros (el drama deportivo, la tragicomedia familiar, el cine indie, el spoof, el thriller sórdido chapucero made in los hermanos Coen…) con un uso de la memoria tan sesgadamente encantador y autocrítico que te enamoras de sus saltos, sus justificaciones y sus roturas de la cuarta pared cada cinco minutos. Eso sí, la textura que domina es la del reportaje de una revista de cotilleos, la de un programa del corazón que ataca y va directo al hígado. O lo que es lo mismo: la esencia misma del petardeo como los cimientos de la sociedad de consumo y de héroes de los Estados Unidos. Porque la película de Gillespie nos habla del capitalismo, del triunfar a toda costa aunque le rompas la pierna a tu rival, y eso, en los tiempos que vivimos con bancos y demás Hardings en potencia, no es moco de pavo. 

    A favor: El festival de sus actrices y su ritmo sincopado. 

    En contra: Que igual nos pille todo esto demasiado lejos. 

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