¡Que viva México!
por Marcos GandíaHermano de Joel Edgerton, productor y protagonista (bordando un personajillo avaricioso, impresentable, traicionero y rematadamente idiota; o sea: siendo la metáfora de Donald Trump) de estas vacaciones en el infierno (mexicano), Nash Edgerton ya está empezando a tener que soportar las comparaciones (en contra) con la labor de su fraternal familiar tras las cámaras. No tengo ningún problema en reconocer que El regalo, debut como director de Joel Edgerton, es mejor película que el desvirgue en el largometraje de Nash Edgerton, pero éste no es un trabajo a despreciar; al contrario: Gringo: Se busca vivo o muerto es un entretenimiento criminal e irónico que funciona como un reloj suizo.
Feria de las vanidades de este post capitalismo rapaz y que no se esconde en personificarlo como el actual megalómano millonetis presidente de los Estados Unidos, el film del hermanísimo (¿acabarán siendo como los Scott: Tony y Ridley?) resulta ser, curiosamente (y ya que mencionaba a Ridley Scott), una especie de versión comprensible y sobria de El consejero, aquella adorable anomalía del autor de Todo el dinero del mundo (otra crítica al capitalismo USA) escrita ex profeso para el cine por Cormac Mccarthy. Cambiemos a Cameron Diaz por, aquí, una depredadora y sin escrúpulos Charlize Theron y veremos que la teoría no es baladí. Excursión de ensoberbecidos yanquis a ese pario trasero mexicano, con actitudes paternalistas, clasistas y racistas, esta odisea de un falso culpable objetico de la DEA, los carteles de la droga (impagable ese capo con fijación por The Beatles), mercenarios y CEOs de farmacéuticas poco recomendables, se revela como un Hitchcock menor y sin embargo de agradable visionado. Con su macguffin y todo (el medicamento cuya fórmula deben recuperar), Gringo: se busca vivo o muerto prefiere siempre el humor y la caricatura a parir un thriller fronterizo picante y peleón. Quizás eso se le pueda echar en cara. Sí, quizás, aunque esa ligereza y ese via crucis de sus ricos ejecutivos encontrando la horma de sus zapatos en tierras mexicanas no deja de tener gracia.
A favor: El proceso de humillación al que se somete el personaje de Joel Edgerton.
En contra: Ni Thandie Newton ni Amanda Seyfried aportan nada a la trama y a la película.